8 de abril de 2006

Enjoy the silence...

Te lo cuento porque si bien fuiste vos -siempre vos y más que nunca vos- se diría que no estuviste y todo lo podemos llegar a considerar un capricho, menos del destino que de mi propia voluntad, de las pulsiones que nos llevan a lo que por fin terminó pasando. Las excusas no fueron más que eso, realmente nunca supe cuál fue el origen. Nos dejamos llevar, como siempre, por las palabras y las trivialidades y las informalidades, las cosas y los temas de todos los días. Nos encaminamos hacia la puerta, la abrí para salir, seguimos estirando la charla que es lo mismo que estirar el momento. No parabas de hablar, o al menos las pausas no eran lo suficientemente largas como para que en la vorágine tuviera lugar un ínfimo gesto de stop, de acá estoy. A la vez sabía que todo TODO dependía de mí. Ahora pienso que si me hubiera concentrado lo habría podido lograr. Pero no; decidí tomar el mando, que para algo estábamos los dos en mi propio escenario, en ese pasillo junto a la puerta, en el picaporte en mi mano derecha, en tu brazo en mi mano izquierda, en tus conceptos casi finales, de despedida transitoria... En un momento -mágico- decidí bajarme del carroussel y comencé a disfrutar de tu inercia de palabras y gestos mientras, quieto y en silencio, me caía en tu boca. Despacio, casi susurrando, comencé a decirte "hey... hey..." mientras mi presión en tu brazo aumentaba imperceptibles miligramos, mientras me acercaba cada vez más decidido a tu rostro y al microcosmos de tu perfume y tu pelo suelto. De repente congelaste tus palabras, me miraste sorprendida (no tanto) y confusa. Primero a los ojos. No encontraste mi mirada, que ya estaba perdida en tus labios, y quisiste leer mis mudos "hey..." Yo solo te llamaba callado, anhelante. Tu silencio y tus ojos que alternaban entre mi boca entreabierta y mis vista perdida en todo tu ser, en mi mano izquierda rodeando tu nuca, despacio, dejándome enredar en esa cabellera oscura, suave y torrencial, Ya no había escapatoria para ninguno, en mi mano derecha entornando de nuevo la puerta para que lo ajeno de la calle sea aún más afuera que el aquí adentro repentino universo limitado a vos y yo, a tu aliento por fin tan cerca, al temblor de mi pera, al brillo intenso de tus mejillas, a las pupilas dilatadas queriendo abarcarlo todo, comprenderlo todo, abrirse a todo, bienvenir lo nuevo y lo imprevisible? a la respiración entrecortada, temerosa de romper el encanto, al latir pesado y decidido de dos corazones casi detenidos, la sangre fluyendo rauda, despertando viejos mecanismos olvidados, desperezando aletargados instintos, llenando viejas cavidades en desuso.

Un beso tibio, húmedo, largo, desacostumbrado, graciosamente extraño, largamente reservado, lento, suave, tierno, delicioso, dulce, joven, maduro, a punto, a tientas, de a pasos cortos para no enredarnos, alejándonos de la puerta para refugiarnos tras la pared del pasillo, lejos del blanco incandescente de la calle, dentro del ardiente refugio de tu cuerpo pegado al mío, fundido en mí, abarcado por mí... deseado, soñado, memorizado centímetro a centímetro a fuerza de mirarte y mirarte y desearte y desearte.

4 comentarios:

Angelina 2.0 dijo...

Bello.
A pesar de lo que pueda significar para vos.
Besos, nene.

Uninvited dijo...

Gracias Ang!
Viniendo de ud. significa mucho. Gracias por estar y por seguir pasando... extrañaba mucho ese "nene". :)

Vivi Briongos dijo...

Hermoso... No sé por qué, imaginé...
Pude vivir cada instante como propio...

Beso.

Uninvited dijo...

Turca: le salió la blusera de adentro! aguante Pappo!!


Le salió la blusera dije, no que se le salió la blusa... aunque... bueno, que se yo...
:D gracias por pasar de nuevo!

Kico: recupere el habla, no abandone justo ahora que se decidió a analizar frases, refranes y silogismos.