Anclado en Rosario
Duele un poco la cabeza, es inevitable, más sabiendo el calor de afuera, más empezando a extrañar antes de salir de este fresco momento, que alguien soñara eterno y no deja de ser solo un pedacito de arena cayendo.
Sabés qué hora es? Leíste lo que te dejé en la mesa?
Hace tiempo que el sol viene saliendo por la ventana de enfrente y el reflejo me despierta antes de tiempo. Y me duele la cabeza. Y se acabó la tirita de pastillas. No creo que vuelvas sobre tus pasos desde la puerta para callar al papelito que desespera sobre el mantel... o quedó bajo el control remoto? Ya es tarde, no?