Los vemos aquí en el umbral de un edificio que reluce de porcelanato y dicroicas. Los vemos muy juntos y a punto de algo, o un hasta pronto o un pasá. El plano recorre de manera veloz y entrecortada, una noche casi diríamos ideal. el regreso, Ahora sí vamos para aquel lado que por ahí creo que hay un bar, y él pensando, Que no haya, que no haya. la salida, la vereda, la caminata sin rumbo por Palermo, las luces de las casas que se prenden solas, los autos con marcha al mango, más filosofías, más conocerse, más reconocerse, más casualidades muy casuales. la charla, los intercambios filosóficos, otra botella, ella preguntando, No será mucho, mirá que ahora está penado emborrachar a una dama, Está penado tener sexo con una mujer alcoholizada que no es lo mismo, Entonces me conviene, Legalmente podemos decir que sí pero nadie me aseguró que esa ley ya salió, aparte quién asegura quién cae primero, En eso tenés razón, Mi medida es la cantidad de pavadas por minuto que digo para que vayas teniendo una estimación, pero me quiero quedar con esto, con tu sonrisa, Y yo con la tuya. el brindis, los mutuos elogios, los cumpidos, y él, Sos más linda que en las fotos, Vos sos más real que en las fotos, Con lo que eso implica, no. la comida, que probá esto, que vos esto. el taxi, el restaurante, todavía no lleg.. ah mirá... increíble, me está esperando en la mesa. él subiendo al auto, la incertidumbre si el ramo de flores, Qué ridiculez, ni en pedo, Pero y si suma puntos, se pregunta, Nah, olvídalo. ella frente al espejo y las dudas de siempre, Tengo lomo todavía para vestido ajustado, Pero si, sos una diosa, Pese al rollito, se pregunta, Pese al rollito, se contesta, Nena quedate tranquila. él, que los mil peinados, que la barba sí pero de dos días, que no, que candado, que afeitado, que gel, que axe, que kenzo, que casual, que saco, que sweter, que zapatos, que zapatillas. ella, que la ducha que los mil vestidos remeras pantalones blusas camisas zapatos, que aros, que no aros, que collar, que escote sin señales, que de dónde salió esta arruga. los preparativos de ella en su casa y él en la suya. la imagen partida, cada uno con su teléfono, cada rostro ocupando su mitad en la escena, y aunque están distantes en distancias se los ve muy juntos, así, buscando la forma de animarse, buscando las palabras.
Y así buscando y no encontrando los vemos aquí en el umbral de un edificio que reluce de porcelanato y dicroicas. Los vemos muy juntos y a punto de algo, o un hasta pronto o un pasá. Y se hace un silencio de un microsegundo más de lo normal, Bueno, dice ella, Bueno, dice él en el mismo momento. Sí, qué, dice él entonces, No vos, dice ella de inmediato, Nop, primero las damas, dice él con la sonrisa de quien siente que está a punto de ganar aunque sea una sola –mínima- jugada, Pero vos sos el visitante, dice ella sabiendo que no hay retruque a esa sonrisa, decime en qué pensabas, dale. Y él pensando, Será hora de jugar a yo soy el varón tengo que llevar la iniciativa o corresponderá que juegue a soy el caballero y me retiro con honor, pero también, Este calor que siento será la sangre, será este espeso Noviembre o será que estoy en el horno, y entonces, Bueno, pero después te comprometo a que vos también me cuentes, Dale, Bueno estaba pensando, y mientras lo dice lo dramatiza apretando fuerte los ojos, inclinando levemente el rostro al cielo, como pidiendo un deseo a una estrella fugaz, y habla rápido y sin respirar Que me pida que pase, que me pida que pase, que me pida que pase, aunque sea un café, aunque sea un café, aunque sea un café. Y ella que lo abraza y se pierde en su pecho y suspira emocionada y aliviada, y él la aparta despacio pero firme y la mira levantando las cejas, sorprendido y expectante, y ella, Ok, yo pensaba, y también apretando los ojos y pidiendo al cielo, Que no me pida pasar, que no me pida pasar, que no me pida pasar, y él, sabiendo que el trueque es inminente, por lo que va a hacer, por el rey que va a recostar en el tablero, termina por acercarse de manera irreversible, inclina su rostro hacia el lado izquierdo, se acercan los alientos, se aproximan los sabores, se atraen los humores, se crispan los calpilares, se derriten las fronteras, estallan los colores, colisionan las galaxias, se callan las chicharras, se detiene el tránsito, se azora la luna tras su manta nubosa, brillan una a una las estrellas doradas en los ojos que ella comienza a reabrir, aún temblando los pulsos, aún calando los huesos, aún sin soltar el aire como si con ello se aseguraran que el tiempo no transcurre.
Pero siguen allí, tal como lo determinó el jaque. Entonces ella le pregunta sin dejar de mirarle los labios y sin dejar de revolver las motas de su pecho, Me volvés a invitar el sábado que viene. Y él con un sí inmediato aleja su cuerpo pero demora las manos en su cintura y estira los brazos hasta que la separación es cabal y hace un último esfuerzo y acaricia su mentón, cierra los ojos resignando sostener la mirada, dándole a ella la dulce victoria, gira y da la espalda, se aleja despacio, vuelve a cerrar fuerte los ojos inclinando el rostro hacia el cielo, pidiendo un deseo a cualquier estrella, y habla rápido y sin respirar Que mañana sea sábado, que mañana sea sábado, que mañana sea sábado.
Update crítico y renegado: Parece que don Blogger, entre otros millones de defectos, no admite el estilo Saramaguense, o al menos pretende alzarse con voz autorizada y aplastar a la parcialidad. Los párrafos que comienzan con minúscula luego de un punto seguido deberían ser precedidos por una serie de espacios en blanco a modo de separador cabal, pero bue...
La redacción.