Si depusieras tus armas...
Un hermoso domingo de otoño que transcurrí disfrutando de la belleza del día. En este momento, el pan de calabaza horneándose llena la casa con un aroma a vainilla y especias. La chimenea que alumbra, el sonido de leños estallando. Calma. Recostado en el sofá, relajándome, pensando...
Escribo. Espero.
Con el tiempo he vivido inicios y finales. Recuerdos que me hacen sonreír, algunos que convocan lágrimas a mi alma, obligándome a tener en cuenta que no habrá un solo momento de alegría o dolor que no vaya a ser evocado. Atesoraré los comienzos y ahora entiendo que algunos finales nunca son definitivos, por lo que no hay razón alguna para lamentar las despedidas. Se desvanecen tenuemente sólo para regresar más luminosos que antes. Vuelven porque hay sentimientos que el tiempo no puede minimizar.
Te sentás tranquilamente, te reís a carcajadas, seguís con tu vida, y esperás el regreso. Después de todo, el verdadero amor nunca se apaga. Perdura, flota a tu alrededor como una voluta de humo que se desdibuja como si desapareciera para siempre, pero si cerrás los ojos, momentos después, días después, meses después e inhalás.... todavía podés sentirlo, olerlo, desearlo.
Algunas cosas nunca cambian, algunos sentimientos nunca desaparecen, te siguen envolviendo. En cada cosa que hacés. Son tan parte de vos que sin ellos te sentirías incompleto. Existen en la ínfima chispa que crece en el fuego rugiente, como el que estoy observando mientras estoy aquí recostado. Está en la negra noche, por fuera de la ventana, donde puedo escuchar el viento atravesar las ramas desnudas de los árboles, diciendo mi nombre despacio, como alguna noche -en susurros- fui nombrado. Están en un mail -de una sola línea, temprano a la mañana- "it's like slow dancing in a burning room", recordándote que el latido que escuchás no es sólo el tuyo: alguien te está llamando al tiempo que también lo estás llamando. Es como la promesa de que el sol y la luna fueron hechos el uno para el otro y que uno siempre seguirá al otro, por toda la eternidad. No son el uno sin el otro.
Escribo. Espero
Con el tiempo he vivido inicios y finales. Recuerdos que me hacen sonreír, algunos que convocan lágrimas a mi alma, obligándome a tener en cuenta que no habrá un solo momento de alegría o dolor que no vaya a ser evocado. Atesoraré los comienzos y ahora entiendo que algunos finales nunca son definitivos, por lo que no hay razón alguna para lamentar las despedidas. Se desvanecen tenuemente sólo para regresar más luminosos que antes. Vuelven porque hay sentimientos que el tiempo no puede minimizar.
Te sentás tranquilamente, te reís a carcajadas, seguís con tu vida, y esperás el regreso. Después de todo, el verdadero amor nunca se apaga. Perdura, flota a tu alrededor como una voluta de humo que se desdibuja como si desapareciera para siempre, pero si cerrás los ojos, momentos después, días después, meses después e inhalás.... todavía podés sentirlo, olerlo, desearlo.
Algunas cosas nunca cambian, algunos sentimientos nunca desaparecen, te siguen envolviendo. En cada cosa que hacés. Son tan parte de vos que sin ellos te sentirías incompleto. Existen en la ínfima chispa que crece en el fuego rugiente, como el que estoy observando mientras estoy aquí recostado. Está en la negra noche, por fuera de la ventana, donde puedo escuchar el viento atravesar las ramas desnudas de los árboles, diciendo mi nombre despacio, como alguna noche -en susurros- fui nombrado. Están en un mail -de una sola línea, temprano a la mañana- "it's like slow dancing in a burning room", recordándote que el latido que escuchás no es sólo el tuyo: alguien te está llamando al tiempo que también lo estás llamando. Es como la promesa de que el sol y la luna fueron hechos el uno para el otro y que uno siempre seguirá al otro, por toda la eternidad. No son el uno sin el otro.
Escribo. Espero
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*Texto original de Monique Breton en Este blog. Gracias Moni
*Traducción libre (o sea... lo que me salió): Uninvited
*Corrección hecha (gracias Pal). "inalar" por "iHalar"