6 de junio de 2005

From the grave

Hoy, vino una mañana de espesa niebla. El techo baja hasta mi lecho y el sueño se adhiere a cada célula, congelando toda actividad de esta piel cansada y húmeda. Sólo siento a través del único sentido que me queda: el saber que estás del otro lado de esta espesa pared. El resto de las cosas aparece adherido a la llovizna fría y gris que se abate sobre todo cuerpo que hoy pueda rodear el mío. Las piedras del piso, las piedras del horizonte a un palmo de mis dedos, las piedras de un cielorraso inminente que condensan mi extinta respiración y chorrean tu nombre hecho vapor. Las grises algas, el lúgubre terciopelo verde del moho entre las grietas, el cansancio de los párpados sellados por el peso del ambiente. La electricidad latente, asediante en cada imperceptible movimiento celular, erigiéndose reina por una eternidad, con el frío como aliado. Mi boca habla con mi cabeza en un lenguaje viscoso donde una única palabra se repite y es la que acabo por olvidar. El espeso y tedioso diálogo me informa que por fin seré expelido, y que mi sangre pronto comenzará a depositarse espesa y helada en las cavidades finales de mis espaldas, allí donde hoy moran los tentáculos silentes de la soledad sepulcral. Mis manos quieren atravesar el cuerpo espeso de la niebla, pero sólo consiguen clavar mil arpones de ácido láctico en cada nervio involucrado. Mis ojos quieren ver a través de esta nueva cortina mojada de pasmoso volumen, pero la mirada llega hasta el mero confín de unos párpados grises, surcados de secos e inertes capilares. Mis pulmones se llenan de fango de manera involuntaria, constante y eterna y alimentan mi piel con residuos de carbón. El tiempo existe no más que en un vago concepto de antes y nunca más. Creo entender ahora la eternidad de la que hablaban los sacerdotes de la fe. Y creo entender el error de sus temores. Acá, envuelto en sucesivas capas de gasa pegajosa y barro eterno, nace y crece la noción que les faltaba. La noción de un cuerpo que al fin vuelve al seno matriz. Al fin, suelten la última palada de barro sobre esta nave hacia las entrañas de Tierra. Suelten la última gota de lluvia desde la grama hacia aquí. Que cuesta llenar el espacio que dejaron los recuerdos. Que es frío y gelatinoso lo que queda en mis ojos, que es yermo el territorio donde vagaban en paz tus manos. Que ya no responden mis brazos para escarbar la luz, que no obedecen mis piernas, que ya callaron las ideas. Suelten por fin la lluvia de los últimos días que ya no daña, más redime, y lava la conciencia de lo que pude haber sido... a lo que finalmente seremos: agua, tierra, aire. Lluvia, barro, viento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como todavía no tengo mi propio blog elejí el tuyo para dejarte un mensajito, sé que no es el tema adecuado, pero bue... no me queda otra.
Feliz día Papapuuuuuuuu!!!!! Te quiero mucho sho, sabés?
Me cantás la canción del chorrito?
Mmmmmmuuuuuuaaaaaa

Luciano Cacavilash