La Maga (envidiame, Oliveira)
Mirá, yo entiendo en seguida, deben ser una de las pocas cosas que me salen entender así de rápido, no te voy a negar que por mi propio estilo pesimista, eso de ver el vaso siempre medio vacío. O sea, entiendo que si te pasé cuatro veces mi teléfono y aún así insistís en que nos manejemos vía e-mail hasta el último minuto, es porque no querés que sepa el tuyo o no querés verte en el compromiso de dármelo, porque al fin de cuentas, claro, vos viste cuánto loco anda suelto. Así que ahí estaba, en Deán Funes, a metros del Cabildo, en un ciber, viendo si por alguna cosa de esas que surgen a último momento –no hay nada más puntual que un imprevisto- me estuviste advirtiendo que no ibas. Y habrá sido una de las pocas veces que se me iluminó la cara al ver que no tenía correo nuevo. Volví hacia la esquina porque la verdad sea dicha, faltaban aún quince minutos para la hora estipulada, pero vos viste (ah, no, no me conocés eso todavía), soy impaciente como mi abuela. Pero en esa esquina, argh! horror!, el tunga-tunga sacudía las ramas de los árboles y los pobres pajaritos se palmeaban la frente y revoleaban los ojos en fastidio y no entiendo cómo todavía no se mudaron, aunque claro, en ese caso tendrían que mudarse de provincia, a riesgo de caer en la cumbia, porque acá lamentablemente el tunga-tunga es inevitable donde quiera que vayas.
Llevé mi cámara de fotos y cada vez que una mujer se detenía en la esquina y miraba a todos lados como esperando a alguien, le sacaba una foto, a riesgo que me embocara un carterazo o le chiflara a un botón y me mandara en cana, pero la cosa era mostrarte al final y en joda con cuántas te confundí, pero después recordé que las comparaciones son odiosas y eso que no te estaba comparando, pero vos podías llegar a pensar que sí. Entonces las borré, así que, señoras escrachadas, acá no pasó nada y si andaban de trampa, sigan tranquilas que no hay registro (al menos en mi cámara).
Y así anduve, de cantero en cantero, esquivando las zonas que suponía eran los baños de los pajaritos, viendo a los locos que pintan con aerosol, una pareja que discutía justo al lado del teléfono público donde me encontraste, y las caras de la gente cuando salen de pelear con CTI, justo frente a la LegislatuRRa.
Como siempre me pasa, agarro el celular para ver si no me cayó un mensaje sin darme cuenta (entre que soy sordo y este telefonito de mierda que suena tan despacio) y justo que estoy viendo me cae un mensaje de un nro desconocido: por fin! Sos vos que me decis que estás llegando en unos minutos. Pero como a veces los mensajes suelen llegar tarde o hay gente que suele hacer estas cosas de camouflarse tras algo para no dejarse ver y espiar a su “presa”, empecé a buscarte en todas las direcciones, total, un loco más que gire y gire en plena peatonal ya no llama la atención.
Cuando me cansé de girar y de buscar flequillos castaños me apoyé sobre el teléfono público que ya la pareja que discutía se había alejado, seguí tratando de adivinarte en algún par de ojos almendrados, pero nada che... Hasta que una petisita me sonrió justo en el momento en que le escrudiñaba la mirada. Y mirá que digo petisita y yo mido 1.65!
Que lindo verte sonreir! Qué te puedo decir? Me quedé sin palabras y vos dirás que miento, con todo lo que hablé. Venías emponchadísima y tapada hasta las orejas pero nos arreglamos para un abrazo entre la dificultad de movimientos de tanto abrigo, caminamos unos metros para el lado de la plaza; esta ciudad cambió mucho por todos lados pero esta zona nunca se modifica tan dramáticamente como para no encontrar un bar, así que ahí fuimos, lo encontré de casualidad donde creo que antes había una relojería o un lugar donde vendían camperas (a menos que me esté confundiendo de galería).
“You hold your breath and the door for me” pensé en esa canción y cuánto me gustaría que así me vieran. Entramos y buscamos la última mesa, pedimos cortado y me largué a hablar, quería asegurarte que no soy un loco más, de esos tantos que no sabés qué se traen en manos. Hablamos de vos, de él, de los chicos, de los nombres, del libro que ibas a ver, del libro que querés recibir, de esas cosas que pasan en la matrix (con permiso de Alex), de estos encuentros que tanto llenan el alma, de las locuras que vemos a diario, de los atrevidos, de los dramas, de los divertidos, de los mala onda, de los refugiados, de los desesperados, de los pacientes, en fin, de todo aquello que somos ahí, del otro lado de la pantalla, cuando el plástico de un teclado se desintegra al contacto de una mano chiquita y tibia en tu caso, áspera y torpe en el mío, o tras una nariz roja por el frío de un invierno que vino decidido a jodernos, o una mirada que traspasa todas las fronteras para llegar a ese lugarcito escondido donde vive nuestro ser verdadero, nuestro ser de luz, y reconocernos más allá de la sangre o no, más allá de las coincidencias o divergencias, saber que no estamos solos transitando este camino que no sabemos dónde nos lleva, pero se hace más aceptable, se hace más confortable, se hace más familiar, nos deja ver un gesto cómplice en aquella otra luz que es el otro que, parafraseando a Dolina, “(...) Es el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa “atención, muchachos, que no me he olvidado de nada”.
Llevé mi cámara de fotos y cada vez que una mujer se detenía en la esquina y miraba a todos lados como esperando a alguien, le sacaba una foto, a riesgo que me embocara un carterazo o le chiflara a un botón y me mandara en cana, pero la cosa era mostrarte al final y en joda con cuántas te confundí, pero después recordé que las comparaciones son odiosas y eso que no te estaba comparando, pero vos podías llegar a pensar que sí. Entonces las borré, así que, señoras escrachadas, acá no pasó nada y si andaban de trampa, sigan tranquilas que no hay registro (al menos en mi cámara).
Y así anduve, de cantero en cantero, esquivando las zonas que suponía eran los baños de los pajaritos, viendo a los locos que pintan con aerosol, una pareja que discutía justo al lado del teléfono público donde me encontraste, y las caras de la gente cuando salen de pelear con CTI, justo frente a la LegislatuRRa.
Como siempre me pasa, agarro el celular para ver si no me cayó un mensaje sin darme cuenta (entre que soy sordo y este telefonito de mierda que suena tan despacio) y justo que estoy viendo me cae un mensaje de un nro desconocido: por fin! Sos vos que me decis que estás llegando en unos minutos. Pero como a veces los mensajes suelen llegar tarde o hay gente que suele hacer estas cosas de camouflarse tras algo para no dejarse ver y espiar a su “presa”, empecé a buscarte en todas las direcciones, total, un loco más que gire y gire en plena peatonal ya no llama la atención.
Cuando me cansé de girar y de buscar flequillos castaños me apoyé sobre el teléfono público que ya la pareja que discutía se había alejado, seguí tratando de adivinarte en algún par de ojos almendrados, pero nada che... Hasta que una petisita me sonrió justo en el momento en que le escrudiñaba la mirada. Y mirá que digo petisita y yo mido 1.65!
Que lindo verte sonreir! Qué te puedo decir? Me quedé sin palabras y vos dirás que miento, con todo lo que hablé. Venías emponchadísima y tapada hasta las orejas pero nos arreglamos para un abrazo entre la dificultad de movimientos de tanto abrigo, caminamos unos metros para el lado de la plaza; esta ciudad cambió mucho por todos lados pero esta zona nunca se modifica tan dramáticamente como para no encontrar un bar, así que ahí fuimos, lo encontré de casualidad donde creo que antes había una relojería o un lugar donde vendían camperas (a menos que me esté confundiendo de galería).
“You hold your breath and the door for me” pensé en esa canción y cuánto me gustaría que así me vieran. Entramos y buscamos la última mesa, pedimos cortado y me largué a hablar, quería asegurarte que no soy un loco más, de esos tantos que no sabés qué se traen en manos. Hablamos de vos, de él, de los chicos, de los nombres, del libro que ibas a ver, del libro que querés recibir, de esas cosas que pasan en la matrix (con permiso de Alex), de estos encuentros que tanto llenan el alma, de las locuras que vemos a diario, de los atrevidos, de los dramas, de los divertidos, de los mala onda, de los refugiados, de los desesperados, de los pacientes, en fin, de todo aquello que somos ahí, del otro lado de la pantalla, cuando el plástico de un teclado se desintegra al contacto de una mano chiquita y tibia en tu caso, áspera y torpe en el mío, o tras una nariz roja por el frío de un invierno que vino decidido a jodernos, o una mirada que traspasa todas las fronteras para llegar a ese lugarcito escondido donde vive nuestro ser verdadero, nuestro ser de luz, y reconocernos más allá de la sangre o no, más allá de las coincidencias o divergencias, saber que no estamos solos transitando este camino que no sabemos dónde nos lleva, pero se hace más aceptable, se hace más confortable, se hace más familiar, nos deja ver un gesto cómplice en aquella otra luz que es el otro que, parafraseando a Dolina, “(...) Es el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa “atención, muchachos, que no me he olvidado de nada”.
♫
6 comentarios:
me encantó. me encantó la historia y como está escrita y más me encanta si es lo que imagino :)
te quiero mucho brother
No sabía que te gustaba Dolina.
Muy lindo Gabi.
Un besote :)
A pero bueno...mire paso por aquì y me encuentro con semejante post, es como mucho para el corazòn de cierta cordobesa que aspira a maga...¿Quièn habrà sido la afortunada de flequillo?.
Si ud. se pudo colorado imagineme a mi...¿que podrìa decir o agregar que sonara a poco o a demàs?.
Fue un gusto, una alegrìa, un agrande le copio,un placer enorme conocerlo y compartir esa tarde. Ud. irradia muchas ganas, mucha alegrìa, mucha confianza y demàs cosas buenas que se pueda imaginar; de verdad.
Jamàs lo hubiera dejado plantado en semejante esquina y menos al compas del cuartetazo cordobes; no señor y menos cuando lo vi tan parecido a cierto actor de Piratas del Caribe...
No quisiera agregar nada màs; este post me alegro por varios dias...y si me agrande tambièn...
Estoy del otro lado, para cuando necesites; gracias por dejarme conocerte; gracias por tus palabras...gracias de verdad; las guardo en una de las mejores cajitas dentro de mi corazòn....
Kisses miles.
PD: Me lo llevo a mi blog; no importa si no me lo presta...me lo llevo igual.
Alex: Me alegro que te haya gustado, ya sabés.. es un honor :D
Ahora digo yo... qué te imaginaste? No me contestes! Dejemos que la imaginación siga viva y haciendo de las suyas :)
Kisses sister
Flor: Que me gusta??? Es mi autor de cabecera!! :D :D
Baccio ;)
Maga: Oiga! diga!! Ande va con es...? Che! Traé pa cá...
Pst... la pucha. Se lo llevó.
Es que no había hecho a tiempo para envolverlo para regalito :(
Hermosisimo...la verdad hermoso...y que piropos los de la señorita che!!!...Como siempre un placer pasar por aquí.
Salza!! :D Tanto tiempo! :D
La srta. exagera con su apreciaciones pero convengamos que estas cosas gustan y mucho :)
Besote, vecina. Nos estamos viendo :)
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