19 de octubre de 2004

Llorar

Llorar hasta el fin de los tiempos, en un estertor único y desesperanzador. Llorar partiendo de una angustia que reviente las venas e inunde de carmín las cortinas del viento, que esparza el ocre sedimento de los años malgastados, mustios, atrofiados. Llorar con la convicción que será inútil y sin embargo preciso, mortificante, mórbido, mortal. Llorar como llora un niño que no ve venir a su madre y entiende de un solo golpe lo que es la soledad. Llorar como la enamorada ante el indeclinable adiós del verano azul; como el enamorado frente al insalvable acantilado del desengaño o el cachetazo gélido del injustificado adiós. Llorar hasta dar vuelta la piel y dejar en el piso hasta la última debilidad, hasta desmenuzar las más rígidas convicciones, hasta ver esparcirse los ideales como polvo en medio de una tormenta de Noviembre. Llorar hasta que el sol se apague, hasta que la luna cese su noria, hasta que caiga la última estrella en la negra espuma espacial. Llorar hasta fundir las arenas del desierto y cristalizar en ámbar la resina; hasta derretir de odio las piedras. Llorar con alaridos, llorar con gritos, con gemidos, con sollozos. Llorar en silencio. Llorar hasta que se afloje el último nervio y se suelten las articulaciones; llorar hasta que los sentidos se confundan, hasta que los sonidos sepan amargos y el dolor reviente los ojos, hasta que los azahares hiedan y los recuerdos caigan destrozados con un estruendo de mil supernovas. Llorar hasta que el vacío se complete y los ríos se desborden. Llorar despedazando la almohada, arrancándose los dientes, puliendo la piel, llagando los músculos, astillando los huesos, quebrando el alma. Llorar sin consuelo porque ni la muerte consuela a los que lloran. Porque la muerte llega en una lágrima cuyo número cabalístico y fatal permuta las penas en soluciones cuando ya es tarde, cuando la inerte voluntad desencadena, cuando las horas carecen de noción. Llorar porque sí y porque no se sabe y porque no hace falta y porque confiesa; porque agota, porque agobia, porque madura. Porque penetra, aturde, desangra, castiga, desarma, arde, destempla, desmorona, corrompe, purifica, redime, encoje, desluce, envilece, ultraja.

*N. del A.: Para G.G. e inspirado en ella, que por estos días se le da por llorar y llorar... y no podemos hacer nada para consolarla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionantemente lacrimógeno... repito: me hizo acordar a este pibe Oliverio Girondo, que dijo masomenosasí:

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Besote, Yor.

Mariela Palmeri dijo...

Estemmmm....no se de que hablan...Llorar, llorar...qué era eso?.
Muy bueno el texto. Muy bueno el aporte de la Ior.
Muchos besos

Cecis ... funámbula dijo...

A veeeeeeerrrrrrrrr.....justo...hoy...venia a leer esto......yo que vengo llorando hasta inundar....ufffffffffff!!! que definicion de llanto, nene...casi muero,y te juro, te juro, que cuando arme un espectaculo.....esto te lo pido, eh???
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