Cuando era chico, pongamos entre los 10 y los 12 años, o sea allá por los 70 y algos, mi abuelo me legó una colección de suplementos del diaro La Razón. Ayer, Hoy y Mañana se llamaba. No me acuerdo cuántos tomos eran ni cuántas revistas formaban cada tomo, pero sí me acuerdo que eran muchos y, lamento reconocerlo ahora, los fui perdiendo poco a poco.
Esas revistas, por aquellos años, me resultaron poco menos que sagradas, me volaron la cabeza, me hacían volar al leerlas. Tenían, como su nombre lo indicaba, cosas de la historia, cosas del presente pero, más que nada, cosas del futuro. Cada dos renglones se hablaba del año 2000, del siglo XXI... el FUTURO!! Faaa!! Para el año 1984 (guiño facilista) no iba a haber rincón del planeta que no nos fuera familiar, no iba a haber nada que no supiéramos del otro ni que el otro no supiera de nosotros. Ya para el año 1998 el Hombre iba a establecer de manera definitiva sus dominios en el mismísimo Marte, teniendo a la pobre Luna (que ya se había comprobado: no era de queso) como escalón para tomar impulso y a las estaciones orbitales para tomar un feca y estirar las patas de camino al resto de la galaxia. Para el 2010 el contacto con extraterrestres iba a ser cosa de todos los días y viajar a París (PARIS!!!! Escuchamelós!! Quién mierda se acuerda de París hoy??!!), viajar a París, decía, iba a ser cuestión de apretar un botón en nuestro reloj pulsera (los dibujos –que no había gráficos en 3D en esos días- los mostraban con agujas!), y una especie de funicular montado en un monoriel magnético nos dejaría en cosa de minutos en el mismísimo ascensor de la torre Eiffel, ya convertido en esfera plástica con función antigravitatoria.
En el año 2000, decían, uno iba a poder hacer las compras mirando y eligiendo por televisión (unas pantallas así grandotas en marcos de madera de roble, nada del monitor de una laptop navegando en Deremate.com) las mandarinas y pidiéndoselas por micrófono al verdulero de bigotazos negros, pongamos. Luego, el muy atento despachante pondría la fruta en una bolsa de papel madera (Ziploc, zafaste!), se los daría a un robot con pinta de haberse escapado de la serie Perdidos en el espacio, el bicharraco de hojalata se montaría en una especie de plato volador con cúpula de vidrio (nunca vi en esas revistas la palabra “policarbonato” siquiera), y llegaría volando a nuestro departamento ubicado un poquito más arriba de la última nube, algo así como en la estratósfera que una vez soñara visitar nuestro ex-presi, Bolud-El-Kotur.
Las comunicaciones, siempre por reloj pulsera y ocasionalmente un zapatófono 86, iban a ser instantáneas y universales. Todos, grandes y chicos, negros, amarillos, rojos, verdes y blancos, hombres o mujeres, íbamos a poder tener esos relojes con pantalla y micrófono e íbamos a hablar mirándonos las caras sí o sí... con lo que ello implica! Reíte de los SMS mentirosos onda “Mi amor, no sabes cómo te extraño, estoy en este seminario en Mendoza re-sola, no conozco a nadie y... nada... te extraño”, y resulta que la dama en cuestión estaba palo y palo con un compañerito de cátedra! Pero bue... sms que no transmite imágenes, corazón de marido que no siente.
Hace falta decir lo lejano que se veía todo en ese entonces? Me mareaba. Te juro que lo intentaba y me mareaba. “En el año 2000 voy a tener... 32 años!!!” Dios mío!! Iba a ser más grande que mi viejo en esos días!
Llegará alguna vez ese momento? Y si los chinos? Y si la contra nicaragüense? Y si los misiles de Cuba? Y si Reagan? Y si los rusos no aman a sus children chuu? (Sting, desde ese tema te odié, sabelo... imperialista del orto!!)
Los ochenta.
Yo estudiaba electrónica y después computación. Soñaba inventar la tele en cristal líquido y en 3D, soñaba con comunicarme con desconocidos de todo el mundo en la banda de 80m primero, y con los primeros handys de FM después, aunque solo alcanzaran unos cuantos km y listo. Montábamos y desmontábamos transceptores y antenas como en una época hacía y deshacía casitas con el Rasti.
2007, y de los marcianos ni rastros.
2007 y el robot con las mandarinas se debe haber oxidado o capaz lo partió un rayo por el camino (viste? En vez del ovni de niquel y vidrio debieron haber pensado en la alternativa de la teletransportación molecular desintegrante, como el capitán Kirk y el Dr. Mc Coy... a ésos sí que no los jodían con un rayo de morondanga).
2007 y yo junto a mi Pentium IV Intel inside 80 gb HD 1gb RAM DVD R-W USB 5.1,8 etc, etc, etc, etc... y sin encontrar la forma de decirte cuánto me gustás y que antes que los años terminen de desmolecularizarme o dejarme pelado y/o arrugado, antes de que ya no pueda comer más mandarinas porque a los dientes de prótesis se los carcome el ácido cítrico, antes de que mi sonrisa deje de relucir como hace unos años que se viene olvidando, antes de que estas manos que tiemblan ante el teclado al saberte del otro lado del cable se arruguen peor que después de un día entero de pileta pelopincho, antes que estos ojos dejen de percibir el brillo encandilante de tu sonrisa, antes de olvidarme que alguna vez fui sol y alguna vez serás mi Venus... quisiera el teletransportador del Enterprise y traerte a mi lado o ir al tuyo, refugiarnos no arriba sino debajo de una nube próxima a llover, abrazarte con lo poco o mucho de fuerza que me quede, sentir el aroma de tu cuello, la suavidad de tu espalda, la ternura de tus labios y besarte despacio y en silencio toda la noche, toda la lluvia, toda la nube, todo el siglo, toda la vida... toda la vida.