23 de febrero de 2006

Esto será siempre así...

Una vez me dijiste, casi molesta por mi situación en ese momento, que vos eras de cerrar historias y no de dejarlas abiertas. No fue tan así de tu parte y la cosa se dio vuelta, lamentablemente.
Otra vez me dijiste, bastante molesta por mi situación en ese momento, "ya veo que nunca vamos a ser dos". Tampoco fue así de tu parte, pero tampoco aclaraste que vislumbrabas dos "unos" por separado siendo que el miedo en esos momentos era un "tres" (de un lado, que después fue del otro).

Una vez me contaste lo doloroso que fue no poder despedirte de las personas que amabas, amigos, parientes y principalmente de esa mujer que tanto amaste y que tampoco tuvo la oportunidad de despedirse de vos. Ni parece que la fueran a tener (la oportunidad, digo). Hoy, ella y vos son dos almas desencontradas, errando en esferas dispares y con órbitas cruzadas... pero sin escapar a la grave (gravísima) gravitación que las une irremediablemente sin que, desde acá, desde esta tierra previsible, podamos saber los motivos superiores, el karma que las une.
Cada cual tiene un trip en el bocho -dijo García- y abro el paraguas antes que tildes esta similitud -lo que voy a decir- de banal o de distante años luz del ejemplo del párrafo anterior. Pero te podés imaginar siquiera lo doloroso que es para mi todo esto que estoy viviendo sin haber podido (sin quererlo aún, peleando porque todo esto no sea más que un mal sueño) despedirme de la mujer que más amé en la vida?
En eso estaba pensando hace un rato, cuando me preguntaste que me pasaba, si tenía sueño o si me había metido una pastilla. Estaba pensando en lo doloroso que es tenerte enfrente mío y no haber podido despedirme de vos como debió ser, en paz y a mano.

19 de febrero de 2006

Fiesta en la selva



Recuerdo tu gesto y tu risa cuando por fin te lo dije. No habrías podido evitar levantar la ceja aunque lo quisieras. Tu clásico "no jodas" me terminó de martillar. Sentí vergüenza, como cada vez que expreso un sentimiento y como voy a sentirme ahora que voy a volver a expresalo.
Que hago con todo lo que tengo para dar, para abrazar, para besar? Qué hago con esta familia que no me elige sino que me evita y me rechaza? Qué hago con toda esa gente que de un momento a otro quedó flotando en mi memoria, cuando minutos antes eran mis amigos? Qué hago con esa necesidad de contención y afecto que me desborda y desespera? Qué hago con las expectativas que pongo en cada cosa, en cada persona, en cada hecho? Qué hago con esa urgencia que todo salga bien, que la vida por fin entre en cauce y transcurra en paz, en orden y con sentido?
Se ve tan linda la fiesta en la selva y yo acá, acurrucado en una horqueta, aferrado a una liana silenciosa e inerte.

17 de febrero de 2006

Mono (Segunda parte)



Aúlla. Gime.
En silencio.
Llegó el frío. el otoño, como un alud sobre las asignaturas pendientes.
La vida pasó muy velozmente y no tuve tiempo de poner pause, rewind y detenerme en las oportunidades que elegí visceralmente.
En la cuarentena previa al cumple katún, el alma, el cuerpo y la mente se cansaron del largo peregrinaje y aterrizaron bruscamente desde las palmeras en las que habité en distintas junglas de exóticos lugares, sobre la tierra y en sus entrañas, donde existen cavernas muy profundas parecidas al infierno; espacios para descubrir si somos capaces de atravesar fronteras entre la locura y la cordura, el apego y el desapego, el deseo, la ilusión, el amor y lo que apenas podemos hacer con lo que sentimos en este experimento que es vivir y del que me siento recién parido, esta vez para siempre y por mí, sin padres ni nodriza.
Dándome cuenta que estoy en el viaje que llegará al lugar donde todo nos iguala, mientras jugamos en el fugaz recreo de la vida.
Me estoy pareciendo al joker de las cartas, ideal para jugar a la canasta. A pesar del look payasesco, siento que todavía alegro, sumo y aporto a quienes conviven con alguna faceta de mis múltiples personalidades.
Soy como una estrella fugaz que se detecta en el cielo y a quien se le encomiendan deseos de buena suerte y se apaga antes de que se cumplan.
Soy irremediablemente solitario.
Parezco sociable, adaptable, inquebrantable, pero soy tan frágil que tuve que convertirme en tronco desde chiquito para sobrevivir a las catástrofes que me visitaron y a las que reciclé "antes de que cante el gallo" por instinto de preservación, y no me di tregua en el síntoma, atravesando la incierta vida tapado de lianas que me cubrieron hasta asfixiarme y simbiotizarme.
Recién ahora que soy un mono curtido por las inclemencias meteorológicas e imponderables de la existencia, estoy tiritando de frío con el torso desnudo, echando un vistazo con lupa a mi manera insólita de atravesar la jungla, columpiándome en diferentes ramas, nidos, pechos y archipiélagos.
Viví el aquí y ahora sin medir las consecuencias. Y tuve suerte pues conjugué cada momento con todos los condimentos disponibles, recursos sacados de mi frondosa imaginación que siguió floreciendo a pesar de los peajes tangibles que me mandaban los nahuales para alinearme y balancearme.
Me reí tanto de mí que llegué a amplificar mi carcajada en sensorround en la galaxia y resucitar a los muertos vivos que han sido perseverantes en el seguimiento y se han nutrido del manantial que surgía de mi hara.
Participé en todos los experimentos teatrales, culturales, familiares y sentimentales posibles; soy una mezcla de ellos y, como un bandoneón que a través de su fuelle desafina hasta redoblar su dolor, urgente necesito un afinador.
Soy candidato a la terapia intensiva, a las operaciones de urgencia, pues predico la medicina preventiva pero no la practico.
Vivo con la cuerda tensa, me relajo solo cuando duermo, hago el amor, viajo, siento que cumplo con mis deberes cotidianos, humanos y laborales y me detengo a mirar las puestas de sol, la luna en sus diferentes fases, Venus, el lucero, que es el planeta que me rige y guía desde cualquier lugar donde intento encauzar mi destino.
Fui buen alumno, primer escolta, en la etapa en la cual los mandatos caían como misiles Scud y no daban tiempo a la rebelión. Fui el preferido de los profesores, preceptores, maestros, por mi inteligencia precoz, histrionismo, agudeza de espíritu y sentido del humor, y en cada etapa de mi vida me acomodé en algún trono invisible al cual estoy abdicando, pues estar en la cima es un espejismo.
Entrar y salir de cada momento como si fuera eterno; nadar en un estanque como en el océano; sentir en cada estación la temperatura de la piel, el gusto, el olfato, el tacto, el oído, saciado de todos los estímulos que aparecen en el mercado y siempre esperando más para desparramarlo entre los amigos, amores, hermanos, príncipes y mendigos que me acompañan en el Tao.
Viajar física, mental o telepáticamente. Estar en movimiento como la traslación y la rotación de los planetas.
Armar y desarmar casas, proyectos, utopías, sin sentir el impacto del "volver a empezar", con más entusiasmo y responsabilidad pues las lecciones siempre son duras aunque estén bien remuneradas.
Ganar y a veces perder, y aprender en un instante lo que hicimos en siglos.
Dejarme embaucar, encandilar, sabiendo que es una trampa mortal y caer rendido ante la fascinación.
Abrir el tercer ojo y detectar el peligro, la escencia, lo inasible e inexplicable y atesorarlo.
Atravesar amores marcianos, pleyadeanos, plutonianos pero nunca terrenales.
Quedar hechizado por una idea, una vela, una siesta de amor picante, un masaje tántrico, un viaje al mar en invierno, una voz que sigo soñando despierto y me asalta en una esquina, una mirada que me dejó titilando, una chimenea con alta filosofía tejiendo un telar de llama para abrigarme en los largos intervalos donde el silencio me aturde.
Ser mono es transitar la vida sin red, como un equilibrista de circo.
Escuchar un sábado a la noche a mis vísceras y quedarme solo en casa, sin eco.
Esmerarme en lo que hago, aunque me repitan millones de veces que no hay fórmulas, que es pura energía puesta al servicio de la obra.
Inspiración más que transpiración aunque me derrita en cada interacción enfrentando a mis fobias.
Cascabel, luciérnaga. Pozo de agua y prana para llenar y saquear.
Recién en el umbral del medio siglo estoy aprendiendo a cuidarme.
Di lugar a la invasión, al saqueo, al usufructo del alma.
Ego triturado, diluido, pisoteado por las bendiciones disfrazadas que no me dieron tregua.
Con cara triste y sonrisa, mezcla de copal y alpiste. Prófugo, náufrago. Guerrero sin armas. Vencido. Domador de casos perdidos y encontrados. Peligroso. Manso. Dócil.
Desperté envuelto en sueños gratos y arranqué con mate amargo. Otra vez nacido. Sol en Géminis. Luna en Libra.
Llovió. El día está nublado e indeciso.
Siento que perdí la conexión tántrica con la vida y lentamente, con coraje, enfrento cada día con más fe de erratas.
Ser mono... es magia y desperdicio, tiempo dentro del gran tiempo e indisciplina.
Gran collage de lo que no se tira, repique de campanas, arco iris doble, tesoro arqueológico, mandala, boleto capicúa, feria de vanidades, acertijo, vivero con jazmines, jeroglífico maya, tren bala, glims de aire fresco que aclaran.
Un refugio en el desierto y en Groenlandia.
Intensidad. Calidad más que cantidad. Ausencia con presencia.
Acertados consejos para levantar el ánimo, estimular, dar fuerzas a quienes pierden el timón de sus vidas.
No hay embajador cósmico ni terrenal que pueda interponerse cuando decido algo.
Acepto consejos. Los metabolizo comiendo maníes y parto raudo a la aventura.
Mi espíritu guerrero, curioso, aventurero, insondable, siguió exponiéndose en diferentes episodios que hoy siento en cada vértebra, órgano, nervio y ventrículo del corazón.
Qué omnipotencia!
O será que la vida tiene esa adrenalina que si no se vive a full parece que es insulsa, inodora e insípida.
Siempre busqué el sol como fuente de energía y en cada cielo espero, una a una, las estrellas que me hacen titilar: Venus, La cruz del sur, Los siete cabritos, Las tres marías y a la Luna, para reflejar mis dudas, esperanzas y pecados.
Atraigo como un imán a quienes no encuentran su camino y se suman al mío simbiotizándose, o chupándome el prana. Los depredadores me huelen y se instalan hasta desnergizarme.
Es mi gran trabajo y me llevó toda la vida diferenciar entre quienes me nutren o me vampirizan.

Soy ultraselectivo, preservo mi intimidad construyendo murallas chinas, me entrego plenamente en cada contacto, desde un saludo, una charla, una conferencia, una entrevista, un viaje de a dos. No nací para la diplomacia ni el piloto automático; por eso soy antisociable y saco un as de la manga para dejar contentos a quienes me succionaron el néctar.
Es bueno que los monos jóvenes hagan prevención para no prodigarse a cualquiera por una cuestión de ser showman eterno pues esas células y neuronas no se vuelven a regenerar.
Si bien he sido víctima de mis inventos, pasiones, proyectos, y logro entusiasmar al zoológico en mis creaciones cósmico-telúricas, soy el hombre más feliz del mundo cuando pego un slam.
La vida es ilusión. Un juego, una invitación a evolucionar o a involucionar según la sabiduría que tengamos.
Adoro detectar pintores, músicos, poetas, actores con talento, en lugares recónditos del universo y adoptarlos, integrarlos, estimularlos y acompañarlos telepáticamente.
Me gusta el feed back, admirar, aprender, evaluar cada episodio mientras ocurre y luego en soledad.
Todo me afecta. Desde el clima, la queja, la resignación del no intentar modificar un síntoma, el ruido de las grúas, las peleas, la violencia, el rush, hasta la caída de una hoja en otoño.
Tengo una reserva para comprender y aceptar el dolor, la injusticia, la desolación, y fundirme en ellos.
No me gusta que sepan donde estoy.
Desde chico me moví por el mundo y esperé cartas y palomas mensajeras, llamados en el contestador y ahora mi corazón titila cuando abro e-mails.
Me cuesta organizar planes sociales.
Voy donde siento que quiero estar, me adapto a lo imprevisible y descarto lo superfluo.
Admiro a la gente que transita la vida con equilibrio entre el Ser y el Tener con conciencia y perfil bajo.
Amo la velocidad y detesto el ajetreo, los trámites burocráticos, el mal humor crónico, el NO.
Soy feliz cuando veo el horizonte sin interferencias.
Mimar y que me mimen.
Que me inviten a comer y preparar una buena comida y confesarnos hasta el amanecer.
Detesto la mentira. Y si la detecto la desenmascaro asumiendo las mías.
Soy rápido, veloz, ágil con el pensamiento y muy vago con el movimiento.
Aprecio cada día mas la salud y me desvalorizo como la bolsa de Hong Kong cuando no la tengo.
Estoy renaciendo.

10 de febrero de 2006

Mono (primera parte)


Estoy suspendido entre el cielo y la tierra,
en ese incómodo espacio donde vivir es extraño.
Entonces, no hay futuro ni pasado.
El presente tan incierto me reclama
con las cenizas tibias del sueño que sigue rodando.
El corazón herrumbrado de amar a la intemperie
a piqueteras galácticas.
El tiempo es exigente o soy yo el que no lo alcanza,
dejándome ir en cada hoja de intenso amarillo
que lija mis estados de ánimo.
Cíclico como las estaciones, muero y renazco.
La vida me ha transformado.
Soy un experimento de vidas acumuladas
que repite errores,
donde existen razones profundamente enraizadas
que intento desmalezar con recursos humanos.
Convivo con las estrellas, planetas y luces raras
que me dan señales para retornar a casa.
Apenas intuimos la vida el la rueda del Samsara.
Sonámbulos, perdidos, anestesiados.
Nos llevaron las ganas, la casa, los padres,
los amores, proyectos, utopías,
el agujero negro donde la luz se apaga.



No va a faltar quien diga que reabir el blog con un escrito de Ludovica Squirru es, además de choreo, una clara señal de que el agua no me está llegando al tanque o que, en el mejor de los casos, llega con ciertos aditivos orientaloides. Pues sepalón: a partir de ahora apunto a ser lo más oriental posible y a ser coherente de una vez por toda entre lo que pienso y siento y lo que hago.
Se aceptan sugerencias, claro. Y me voy a dar el gusto de rechazarlas a mi entera discreción.
Gracias.