17 de abril de 2005

En blanco y negro

Abrí los ojos y te vi, estabas linda como siempre. Las primeras luces del día te invitaban a seguir. Como en sueños,intentabas ser el centro de algún universo, enfermando a bocanadas, reviviendo a multitudes que la aman, como yo.
Buenos Aires es así: te engulle apenas pasás Campana y caés como en un embudo desde la panamericana hasta Plaza Italia y ya no podés salir de la vorágine sin dejar algo de vos en sus calles, en su gente cada día más loca, en las distancias interminables en las galaxias que encierra cada persona, en las sirenas, los disparos, los que hablan solos, los que corren disfrazados, los que dan vueltas sin sentido, los que regresan a casa.
Desde donde estoy no puedo saber por dónde sale el sol ni la orientación de las estrellas, pero en mis brazos Luciano me grita de repente "Luna, Luna!" Y allá está... milagrosamente luna, increíblemente blanca, lamentablemente "media". Hoy no alcanza la luna, por más que insista en mostrarse entre los fresnos dormidos y los edificios centellantes. Hoy hay solo media luna. A Luciano parece sobrarle y eso es todo lo que interesa.

2 comentarios:

Mery dijo...

Basta, loco, de hacerme ir a lugares en los que no estoy!!!
Hoy estuve en Buenos Aires (centro). Desde febrero, casi todos los días estoy en Buenos Aires, y pese a lo mucho que me agota ir hasta Capital, tiene algo que no puedo terminar de describir. Buenos Aires te atrapa, te engulle, como bien decís. Y su gente también parece tragarte de manera tal que no podés escapar tan fácilmente de sus calles, sus semáforos y sus autos. Salvo que sepas mirar lo importante. Y creo que eso fue lo que le pasó a Lucianito. Los chicos siempre saben ver lo importante...

Anónimo dijo...

Luciano tiene muchos más ojos q los adultos.

valo, q sigo leyendote, no creas.