8 de noviembre de 2007

Río abajo

Y andamos por la vida creyendo que somos artífices de nuestros pasos, de nuestras decisiones. Nos jactamos de ello o nos embroncamos, dependiendo de los resultados. Pero nos olvidamos del Gran Plan. No llegamos a recordar, salvo ocasiones excepcionales y, por lo general, extremas, que somos una partícula de agua en el Amazonas, que somos polvo en el viento, que somos la pluma que flota en el universo.
Y creemos que nuestras amistades son fruto de nuestro esfuerzo y cultivo, de nuestra “elección”. Decimos que los amigos son los parientes que elegimos.
Y nos jactamos de tener o no tener tal o cual trabajo “porque es para eso que yo había estudiado”; o “jamás haría tal cosa, no va conmigo”.
Y creemos que nuestra eventual pareja está con nosotros porque también la elegimos, o nos eligió; porque nos gustó, porque le gustamos. Creemos que armamos y desarmamos la vida como quien juega con un pedazo de plastilina.
Mirá el monje, como decía anoche un conocido mío, si llueve se moja, si sale el sol se seca, si tiene sueño duerme, si tiene hambre come, si debe ir, camina, si debe alcanzar se estira.
Cada vez estoy más distanciado (para no decir diametralmente opuesto) de la torpe idea del libre albedrío. En todo caso lo acotaría a una parte infinitesimal de cada suceso que nos toca vivir. Porque es eso: nos toca. No lo elegimos ni lo armamos. Tomaremos uno u otro, pero sea lo que sea que tomemos era lo que en definitiva teníamos que tomar. Es lo que NECESITAMOS, no lo que queremos. Y lo que necesitamos no lo decidimos nosotros. Necesitamos de esto, esto y esto y algo de aquello para aprender, para capitalizar, para pasar a otro nivel… pero ese nivel que nos está esperando, es sencillamente lo que ya está preparado para nosotros.
Recién cuando el discípulo está listo aparece el maestro. Y así en todos los órdenes.
Fluir es la consigna. Fluir con. Ni luchar contra la corriente ni acelerar el nado río abajo. Tomar lo que se nos ofrece y entregar nuestra “voluntad”. Bajar el copete. Bancarse lo que venga como un duque. Amar lo que se hace, porque no siempre se hace lo que se ama. Amar lo que se tiene porque no siempre tenemos lo que amamos.
Somos pedacitos de la Gran Luz, pero nunca nos acordamos. Y ese que tenés enfrente es la misma luz, igual que vos, girando en órbitas diferentes, escalones más arriba o más abajo… o quizás en el mismo que vos. Si pudiéramos sacarnos los cuerpos lo veríamos. Si pudiéramos ver la vida desde otro lugar, sería como ese cuento de Galeano… un montón de fueguitos bailando en la oscuridad. Una oscuridad que fluye. Y en ella nosotros… lucecitas que van río abajo, creyendo todavía que somos acorazados invencibles.


UPDATE (?)
En julio del año pasado subí estos dos posts que no tuvieron la repercusión que quería. Por estos tiempos hay tal vez gente nueva dando vueltas bajo la alfombra. Me gustaría que pasen y vean y opinen (si quieren. Entiendo que no cualquiera se anime a semejante debate, soy el primero en escapar, je)

Formas de ver al libre albedrío

Causalidad






5 de noviembre de 2007

Teléfono descompuesto

Si ya sabes que me llamo Gabriel y no Roberto.
Si sabés que sé que no te llamás Juan Carlos.
Si sabés que no arreglo autos, es más: los rompo.
Si sabés que sé que no me darías nada para que te arregle.
Qué querés probar?
Que sos tan eficiente que otra vez encontraste mi número en una agenda que no es tuya?
Los dos sabemos que meternos con lo que no es nuestro es para quilombo.
Entonces?
Haceme el favor, querés?
Do me a favor, would ya?
(No se decirlo en italiano)