29 de noviembre de 2005

Sorry, we are...

18 de noviembre de 2005

Post


Las tormentas de Noviembre. Los chicos de la calle. Las monedas. Los perros vecinos. Los amores no correspondidos. Yor y Nahuel. Las hermanitas B. y N. Marie. El faro. Las lágrimas. Un disparo en la cara. Otra moneda. La bajada de la calle Córdoba. Sandra. Las visiones previas y las premoniciones. Los pedacitos. Pappo y el blues eterno. Las noches de Temperley. Mis deudas. Buenos Aires. Alanis. Los helados. El secundario. Angelina. Mis viejos y mis abuelos. Tornado. Juan. Laura y el tomatito. El/ellos/todos. MVMP. El barro. Los trenes. Los escritores. Salzanitos. Pink Floyd. Soda y la caja negra. Barney y sus amigos. La mareada. El acantilado. Gabrielle, my sweet sister. Luciano y el Fitito-Tunning concept. Mi primer libro y está el Liquid Ambar. El fantasma. La casa embrujada de Valle del Sol. Mi tío Daniel. Llegamos a Villa Giardino / y nos pusimos a caminar / buscando una Coca Cola / para calmar nuestra sed. Layla y lo demás no importaba. La torta de cumpleaños. G.I.T. Zona Calma. Deborah. Vera. Mery. Kico. Ana. Los flippers. Valito. Belen. Cin. Adriana. La Cumbre. El lado oscuro de la luna. El caos. Dolina. Buenos Aires.

Algunos estuvieron siempre, otros se fueron. Algunos no estuvieron nunca, otros los olvidé. Algunos me olvidaron, otros ni conocí.
"Gracias" a unos y otros. "Lo lamento" a unos y otros, llegado el caso.
Una vez Graciela Ramos me dijo: el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Me ayudó a zafar de Química de 4º y me bautizó para siempre Hg.
Los quiero tanto! ...aunque no lo noten. Ojalá algún día pueda demostrarlo como se lo merecen.

13 de noviembre de 2005

Feels like home

Volver a vos es volver a casa. Es volver a recorrerte, perderme en mil historias diferentes, reconocer tus huellas en las caras de otros hombres. Es charlar con vos en voz alta, sentado en un café sin temor a las miradas indiscretas: nadie se sorprende ya de un loco hablando solo. Volver a vos es volver a perder de vista los amaneceres y los ocasos, es descubrir la luna cuando ya no hay más remedio, por inalcanzable, por gélida y arrogante.
Volver a vos es sumergirme otra vez en el vértigo de tus días y en la alocada carrera de tus noches. Es no tener otro minuto siquiera, para contarte y preguntarte, para aferrarte y dejarte ir, para seducirte y rendirme a tus pies, para tentarme y esperar que me pruebes. Volver a vos es esperar que me llames y no me dejes ir otra vez; es sentir que me necesitás aunque todo sea mentira y acabemos reconociendo, en los escasos silencios, con un susurro, que quien necesita de vos soy yo.
Volver a vos por unas horas no me alcanza. Volver a vos no deja de ser otra forma de extrañarte cada día más; es querer que el tiempo se detenga y que sin embargo siga; es notar todo lo que cambiaste todo este tiempo y cómo igualmente seguís siendo la misma, la anhelada, la cuna y la tumba.


La mañana lanza llamas
desde su herida, débilmente.
Caleidoscopio de ciudad y vos tan sólo,
tu ropa está vacía.
Y tan lejos del hogar estás que todo sueño duele más.
Y ya no hay forma de recomenzar.
Los gorriones se suben a todo armiño luminoso.
Tango de caras, organillero distinto
sentado en la avenida.
Y ya nadie te escucha nunca.
Desolado el hombre perdido
entre camionetas quemadas en aserrín
habrán marcado su mirada como a una huella
y ésta siempre se diluye como ojos, barro, cielos, todo...
Bajo Belgrano, amor ascendente,
es ella quien te busca donde vos no estás.
Y es que toda tu canción persistirá
siempre, siempre, y hasta en el turbio río...
Horizonte, litera de casas,
perpetuo remolino y mediodía distante
y vos estás tan sólo, loco, iridiscente
tu ropa está vacia.
Y ya nadie te escucha... nunca.
Todos dicen que quizás el amor vuelva un día
si es que este muro se logra derribar.

7 de noviembre de 2005

Tratado de música y afines - Ives Castagnino

Capítulo I - Nociones preliminares
Es necesario evitar que el arte caiga en manos de los canallas. No hay peor desgracia para la humanidad que un artista perverso. Yo he conocido a algunos de ellos. Poseen la técnica y los secretos de la música. Son diestros pero la maldad contamina toda su obra. Observe el alumno lo que voy a señalarle: la obra no puede ser mejor que el artista. Nuestros valsecitos se nos parecen. Una milonga tocada por un canalla es siempre canallesca, por más acordes que tuviere.

Capítulo CXVI - Inexistencia del melómano
Casi todas las personas garantizan, al ser interrogadas, su gusto por la música. Resulta muy difícil, por no decir imposible, dar con alguien que aborrezca cualquier expresión musical. Sin embargo, me atrevo a asegurar al alumno que la humanidad miente. La música no le gusta a casi nadie. Lo que en verdad gusta es aquello de lo que suele venir acompañada, las atracciones anexas de las que se vale para cautivar a las muchedumbres.
Estamos hablando de las luces que iluminan a los cantantes, de los trajes que éstos usan, de su apariencia seductora. Estamos hablando del efecto hipnótico del baile y de cualquier repetición de movimientos. Estamos hablando de las letras de las canciones, de la doctrina que suele acompañar a los géneros, de su simbolismo político. Estamos hablando de las mujeres que es posible conocer en los conciertos, de la fama que consiguen los que cantan, de los escándalos que protagonizan, del deseo que surge en nosotros de irnos a la cama con una estrella. Pues bien, son estas cosas y no la música lo que la gente ama.
Los maestros suelen enseñarnos a disfrutar de las grandes obras explicando el significado de ciertos efectos musicales. Esas notas graves en mitad de la Polonesa son en verdad los soldados rusos. En la obertura 1812, algunos críticos ven un parte de guerra de la batalla de Borodino. El tango El amanecer está lleno de violines que imitan a los pajaritos. Tengo malas noticias: la música no consiste en relatos ruidosos. La música no alude a nada. Puede existir aún sin el Universo, no necesita nombrarlo ni dibujarlo. Puede existir sin espacio (quién puede señalar el costado izquierdo de un vals?). En realidad solo necesita tiempo.
Adivino que el alumno lector ya se habrá puesto a la defensiva y pretenderá ocupar un lugar entre los escasísimos melómanos que existen. No mienta, alumno! A usted tampoco le importa la música. Me imagino que el despecho habrá de despertar en el discípulo el deseo de acusar al autor de estas líneas de pertenecer él también a la oceánica legión de indiferentes. Pues es verdad, no me importa la música.

27 de octubre de 2005

Sistemas inestables


arena
armonía
agua
paz
viento
amor
ceniza
seguridad
sudor (que sería casi lo mismo que el agua)
alegría
sal
ensueño
azucar
tranquilidad
maiz
felicidad
tierra
risas
migajas
intimidad
barro
placer
luz
vida

Algunas de las cosas que se escapan de las manos y todo intento por detenerlas empeora la pretendida estabilidad del sistema.
Se te ocurren otras?
Dale, estás invitado/a...

And every day the paper boy brings more...

Hay una especie de tango/bolero que me suena a cada rato, y vuelve, y vuelve, insiste, persiste, resuena, cansa, agota... "y a la luz difusa de la madrugada". Pero a veces me acuerdo que me gusta Pink Floyd y vuelvo a los nuevos viejos discos que me acompañaron aquellos años, veo sus manos tenderse hacia mi, me trepo a las guitarras espaciales like balancing on the biggest wave and race towards an early grave...






The lunatic is on the grass.
The lunatic is on the grass.
Remembering games and daisy chains and laughs.
Got to keep the loonies on the path.
The lunatic is in the hall.
The lunatics are in my hall.
The paper holds their folded faces to the floor
And every day the paper boy brings more.
And if the dam breaks open many years too soon
And if there is no room upon the hill
And if your head explodes with dark forebodings too
I'll see you on the dark side of the moon.
The lunatic is in my head.
The lunatic is in my head
You raise the blade, you make the change
Now re-arrange me 'till I'm sane.
You've locked the door and throw away the key
There's someone in my head but it's not me.

And if the cloud bursts, thunder in your ear
You shout and no one seems to hear.
And if the band you're in starts playing different tunes
I'll see you on the dark side of the moon.

Toby's



Llovía. Tanto como hoy. La luminosidad del día no cambió prácticamente desde que asomamos nuestras narices por un instante hacia afuera hasta que por fin cada uno a su casa. Empezó en tu casa, creo que éramos los de siempre por esos días. Después nos fuimos a BonCon, hablando de bueyes perdidos. Eran los tiempos de descubrir los mensajes ocultos en las canciones de Led Zeppelin y hasta de Porchetto, eran los tiempos de los guiños cómplices y de no entender qué hacías conmigo. Bueno, después lo supe: fue un arranque del momento, pero estoy agradecido. A vos y a quien unos días antes me había dicho -así muy entrelíneas- que no le gustaba el papel que le había tocado porque tanto vos como yo éramos personas a las que ella quería mucho y no le gustaría que por este asunto de alguna forma saliéramos lastimados. Estas historias siempre parecían tener la ineludible fatalidad de lastimar, nunca supe por qué. Pero no nos lastimamos: ¿qué daño se pueden hacer dos adolescentes que se besan y apenas se asoman al mundo, vestidos de blanco por dentro y por fuera, obnubilados por utopías y la idea novel de un país que despertaba, y la libertad añorada pero sostenida por sutiles cadenas familiares? Y así como estábamos, sumados tu mamá (sí!! tu mamá), su amiga y un par de primos y novios y novias oficiales más, partimos para el pueblo vecino. Me acuerdo que las mujeres iban en tu Fiat1500 y los hombres no me acuerdo en qué. Y nos metimos en Toby's y nos refugiamos en los sillones o en el centro de la pista, pero nunca nos perdían pisada y eso me divertía. Y en medio de todo la música, cuando nos dábamos lugar entre besos, entre risas y promesas vanas. Y cuando a la madrugada ofrecieran el desayuno a aquellos que se animaran a quedarse hasta el amanecer, vos y ella, pidieron cambiar otra salida, en algún otro fin de semana por el desayuno en Toby's y que la magia siguiera unas horitas más, que ya habría tiempo en los días por venir, para dormir y soñar con una noche larga. 
Y nos quedamos tomando chocolate y viendo la lluvia caer en el jardín, y los primeros domingueros que salían a comprar facturas o el diario mientras ellas, las "grandes", sentadas en la línea de sillas me hacían acordar a los bailes que mi viejos me contaban, donde las mujeres se sentaban a la espera del cabeceo salvador. 
Y descubrís que amor es más que una noche y juntos ver amancer, eso decía García. Claro que la noche fueron sólo besos fugaces y a escondidas y que ver amanecer fue una forma de decir porque creo que el sol salió recién como dos días después, cuando el colegio cada uno y en pueblos distintos y realidades diferentes. 
Una escalera al cielo fue el comienzo del final, y yo no sabía qué más hacer para sostener algo que nunca me había propuesto y que se me notaba a la legua que me quedaba enorme. Nunca tuve la oportunidad de preguntarte qué pensaste de todo eso, ni se si alguna vez voy a poder... es más: apuesto a que ni te acordás. Mientras tanto, esta poca luz del día, este frío y este aroma a café con leche con medialunas de este bar perdido en el centro, esta lluvia que no para de caer y "cuando vuelva del cielo te voy a estar llamando". 








 ♫

25 de octubre de 2005

Utopia




Nos sentaremos en ronda, todos en un cuarto, nos ajustaremos los cinturones y nos comprometeremos a dialogar. Todos bajaremos un cambio, descansaremos sin culpas, diremos la verdad sin temores, disentiremos sin juzgar. Nos detendremos y responderemos y nos expandiremos e incluiremos y permitiremos y perdonaremos y disfrutaremos y evolucionaremos y discerniremos y preguntaremos y aceptaremos y admitiremos y divulgaremos y nos abriremos y nos acercaremos y nos expresaremos.
Abriremos nuestros brazos, saltaremos juntos, nos lanzaremos a una red segura. Compartiremos, escucharemos, apoyaremos y gustosos nos dejaremos impulsar por las pasiones sin importarnos las consecuencias, respiraremos y seremos encantadores y fascinados por la diversidad, seremos delicados y daremos lugar a cada emoción, abriremos foros donde todos podamos hablar, ser escuchados, ser vistos, superaremos los obstáculos, sanaremos, seremos humildes, y seremos imparables, nos mantendremos juntos y seremos libres y sabremos cuándo hacer cada cosa, liberaremos, depondremos las armas y nos levantaremos y nos sentiremos seguros

Texto: Alanis Morissette
Foto: Yor
Modelo: Cintia

18 de octubre de 2005



Por qué no se puede hacer con la vida lo mismo que hago con Space Cadet ? Apretar F2 y que todo vuelva a empezar. Cero puntos, tres oportunidades nuevas para inaugurar (con la increíble oportunidad de volver a apretar F2 en cualquier momento), no previous records, no ancient winners...
Porque siento que la pelotita de este juego rebota y rebota en mis narices y cada vez va más rápido y cada vez se apagan más luces, cada vez tengo menos puntos, cada vez que pasa por mis manos (flippers) apenas puedo manotearla, arañarla, dejarla que rebote o mandarla para donde el envión la deje y que vuelva otra vez a rebotar y rebotar y rebotar y rebotar...
Y si desenchufo?

7 de octubre de 2005

Y me debo...

...encontrarte con urgencia, una charla de horas y horas, sin ahorrar miradas y matices, sin guardar nada por prejuicio o por miedo o por supuestamente sabido. Mirarte y recorrerte y reconocer en tu rostro las huellas de todo este tiempo y encontrar en tu piel de mujer la adolescente que amé sin consuelo ni miramientos. Y atreverme a tomar tu mano y sentir tu calor una vez más y desear un fugaz estremecimiento o verte ruborizar y el brillo inequívoco de tus ojos, y ese silencio atronador que dura una fracción de segundo más que cualquier otro silencio, de cualquier otra situación, de cualquier otra gente. Y decirte que nunca te olvidé por más que intenté y hasta llegué a creer que sí lo había hecho hasta que las máscaras cayeron y las pretendidas realidades se esfumaron y solo quedó tu presencia por sobre todas las cosas, ese halo de tu mirada que todo lo abarca, que todo lo conoce. Y decirte que tal vez no en esta vida -como estoy seguro que fue en otras- pero quizás en otra u otra o al final de este "ir y venir del carajo", en la noche de nuestras vidas, con la tenue luz de nuestros fuegos, nos fundamos en uno solo, como siempre fue y siempre debió ser; y la temblorosa llama reverbere las siluetas magnificadas de las sombras y trastoque el ambiente y provoque el suspiro, la brisa, el viento, el vendaval que arrasa los días, las desventuras, las ansiedades, los desencuentros, las eras, los espacios y todo vuelva a ser como al principio y el mundo sea inaugurable otra vez y las cosas estén allí de nuevo para abatirlas o dejarnos abatir, pero allí; y nosotros de este lado, espalda con espalda, frente a frente, entrelazados en fibras, en vibraciones, en luz, en eternidad inmutable.

6 de octubre de 2005

Vera - El encuentro

The reflex is an only child, he's waiting in the park
The reflex is in charge of finding treasure in the dark
and watching over lucky clover, isn't that bizarre?
Every little thing the reflex does leaves you answered with a question mark

Oh! the reflex, what a game! he's hiding all the cards
The reflex is in charge of finding treasure in the dark
And watching over lucky clover isn't that bizarre
Every little thing the reflex does leaves you answered with a question mark


Acá no será cuestión de impaciencia, en todo caso no lo será con los demás, con segundos o terceros involucrados y más bien tendrá que ver con uno mismo, la forma en que la administre, la dirección en que se lancen los dardos y la dosis de daño que cada uno poseerá, llegado el caso. Muchas veces se dijo que era solo cuestión de quererlo, de impulsarlo, no tanto de esperarlo, o en todo caso que la espera -que supone mínima- se dará en forma natural como parte del proceso querer-impulsar-esperar, pero pasó mucho tiempo hasta que querer-impulsar-esperar tuvieran forma más o menos tangible y no hablaba de tangible teléfono, tangible carta, tangible beeper sino más bien de una cuestión mental si se quiere, como una predisposición previa a querer-impulsar-esperar... sí, previa... entonces incorporada, de manera que predisponer-querer-impulsar-esperar.
Un día se predispuso y esto llevó al marco de la situación, le dio escenografía, le dio guión, de alguna manera las didascalias y hasta el ensayo. Otro día lo quiso y asumió que querer era tomar el papel principal o el secundario... al caso era lo mismo porque la cosa sería de dos y tanto un papel como el otro serían relevantes. No podría permitirlo de otra forma: ni protagonizar estelares ni secundar protagonismos. Otro día lo impulsó. Su voluntad se puso en movimiento y se sorprendió de los resultados, de la respuesta inmediata y del acuerdo tácito acerca del lugar, la fecha, la hora y hasta casi los temas a tratar. El tramo final del impulso la dejó (como te deja una escalera mecánica en tierra firme, cuando estirás el primer pie y con el otro todavía seguís en esa especie de volar en una alfombra-piso, hasta cuando te das cuenta que ya se acercan los últimos segundos y que el vuelo se termina y que ya no queda otra que apoyar el primer pie y hay que levantar el segundo porque sino los que vienen atrás y hasta uno mismo que no quiere papelonear tropezando, y qué van a decir justamente los que vienen atrás, y que no crean que uno es del campo, no, caramba! que uno solo quería volar unos instantes, un microvuelo urbano... y de repente la magia acaba, la inercia te lleva hacia adelante como un resto de torque de la voluntad ajena al cuerpo mientras que los pies se resisten a la dura y pesada realidad, y el impulso terminó, ahora viene el esperar) caminando hacia la mesa del bar, no la línea de mesas que daban a las ventanas sino las que daban a la pared de horrible color beige que alternaba con líneas de espejos, algunos manchados de tan viejos, algunos rotos por manos furiosas o por vaya a saber que utensilio que no encontró su camino natural. Mesa para dos iba a estar bien, se dijo. No crowds allowed y su maldita costumbre de las frases hechas en inglés. Prendió el tercer cigarrillo desde que hubo bajado del taxi y pidió su acostumbrado cortado en jarra y en el instante en que inspiraba una bocanada de humo y cerraba los ojos como quien descansa un poco la vista y las ideas creyó verla de reojo cruzando la calle tras un auto que acababa de salir del semáforo. Nunca imaginó semejante puntualidad por lo que ni se molestó en volver la vista hacia donde había creído verla cruzar. En todo caso -se dijo- si era ella cuando llegue me enteraré.
Unos segundos después oyó la tos a sus espaldas cerca de la puerta de entrada y el saludo (sin respuesta) al mozo y ese inconfundible tonito eclesiástico que tanto la exasperaba y que algo le decía por lo bajo al mozo. Sus pasos, su aroma, su conocido aroma y la lluvia de su pelo discretamente apartado con la mano mientras se agachaba para darle un beso y saludarla. Se sentó sutilmente frente a ella sin dejar la cartera, sin quitarse el abrigo, pero sin evidenciar de forma alguna que su deseo fuera irse pronto. El mozo vino con el cortado e ignoró discretamente su compañía, tal vez un acuerdo de silencio, un no molestar secreto.
El asunto ahora venía a ser quién rompía el hielo. Tal vez el lento apagar el pucho en el cenicero y hurgar en la brasa extinguida, tal vez el último soplido de humo así de coté, quien dice? por ahí echarse atrás sobre el espaldar de la silla. Ella parecía ser la más impaciente; la que tenía enfrente exhibía su paciencia a prueba de balas, una sonrisa leve y los ojos calmos... algo de superioridad que volvía a molestarla y a darle ganas de prender otro cigarrillo.
Ella habló de la soledad, de los años indecisos, de las frustraciones, de ver pasar la vida desde otro lado... de alguna forma la bronca se fue transformando en pesar y sus ojos comenzaron a brillar húmedos y cada tanto la voz y la respiración se le entrecortaba. Ella la escuchó con una sonrisa protectora y un gesto de paciencia infinita. Acarició su pelo un par de veces y hasta le elevó el mentón tomado entre sus manos para decirle un par de cosas mirándola a los ojos. De vez en cuando el espejo dejaba ver lágrimas en ojos multiplicados como un dibujo de Picasso, a veces el humo del cigarrillo se mezclaba sutilmente con su perfume y las volutas del café se impregnaban en sus mejillas. Creyeron perdonarse, pero tuvieron la certeza de que nada cambiaría la manera de caminar la vida que tenían: cruzándose eternamente, chocando invariablemente, volviendo a sí mismas por siempre, buscando redención y condenándose en el mismo acto. Ella nunca esperó una respuesta idéntica y se sorprendió en silencio por ello... hasta podría decir que lo disfrutó aunque la avergonzara semejante sentimiento de bajeza. Ella también andaba por la vida sola, frustrada y herida, y no había una vez que no pensara en cómo se habrían dado las cosas, cómo habría sido todo si en algún lugar del camino la elección hubiera sido la otra calle de la encrucijada. Pero al final, sus estudios y experiencias le volvían a decir que de nada sirve, que todo fue propia elección aún cuando imaginara que nada de eso estaba en sus manos, que las elecciones mucho tienen que ver con la escencia de uno y no con la sabiduría adquirida, con la cultura, con las costumbres. Pudieron llorar en silencio y a la par y cuando una callaba la otra volvía a empezar. Hubo silencios... la pucha si los hubo. Y cuando creía que todo había sido dicho se asomaba otra gota por el vertedero y dejaba paso al torrente del que nunca se creyó capaz. Cada tanto una sorprendía a la otra secándose el mismo ojo o apartándose el mismo mechón de pelo... todo simétrico, coordinado e inverso, como ver las agujas del reloj girar en el espejo, como tener la certeza que las frías palabras no salían de su boca. Ella internamente dictaminó un descolorido empate por más que hubiera querido alzarse con los laureles, pero lo justo es justo y me tuve que guardar los dardos de los que hablaba al principio. Si bien hacía años que venían despidiéndose y volviéndose a encontrar sin quererlo, sin buscarlo, ella pidió el último cortado y descubrió que la etiqueta de puchos se había vaciado. La hizo un bollo y la lanzó despacio, impulsada con el dedo mayor izquierdo como cuando era chica y tiraba la bolita para embocarla en el hoyo, hacia la pared que tenía enfrente, surcada de espejos. En el espejo roto rebotaron levemente ocho bollitos de papel y volvieron a ser uno en las tiras de espejos sanos al caer finalmente el papel sobre la mesa. Más allá del foco en el plano de los espejos, estaban las confusas inscripciones furtivas, los corazones, las cargadas, alguien que declaraba su amor a una tal Josefina y otro que recordaba un feroz 5 a 0 de Platense. Creyó leer Ana -Anita- y Marcos pero se dijo que solo era otra ilusión óptica y al ponerse de nuevo los anteojos desaparecería junto con ella. Y esa fue la despedida.

Vera http://mery23.blogspot.com/2004/07/la-historia-de-vera.html

Vera II http://mery23.blogspot.com/2004/08/un-poco-ms-acerca-de-vera.html

Vera. Kico´s version http://kicoarg.blogspot.com/2005/09/como-te-digo-una-cosa-te-digo-la-otra.html


26 de septiembre de 2005

Barrancas y cemento



Volví a ese viejo lugar que siempre consideré "nuestro lugar". No por no buscarte, no por encontrarte a cada instante, no por verte en cada rostro porque todo eso lo tuve y lo hice. Simplemente estabas allí, en cada risa, en cada destello sobre el agua, en cada hoja. Te vi paseando de la mano, te vi mirando al cruzar la calle, te vi con una manzana y una botella de agua, te vi llevando el ritmo de la banda que tocaba, te vi desde lo alto y te tuve entre mis dedos, seguí tu trayectoria y tracé tu futuro itinerario. Uní las líneas y siempre me dio lo mismo: un barco, la arena, la ceniza negra, la bandera, el fuego y los escalones, el césped que ese día no te tuvo, el sol que esa tarde no te dio, el regreso, la sonrisa... debí adivinar la ansiedad que te andaba sobrando.
Y cada vez que vuelvo a ese lugar, de cemento-zona-calma, de porteros silenciosos, de complicidades a medias, de tránsito urbano, de mentiras disociadas, odio la ciudad y su furia, odio las calles que alguna vez admiré, maldigo el día de su nacimiento, aborrezco la mano tendida y la palabra fácil, el verso perfectible y la ausencia con cuentagotas.
Ya no es divertido volver.

9 de septiembre de 2005

Un año...


...y hoy me ganás otra vez.
Si ya no hay nada que perder...
Una y otra vez.
Es que no lo ves?
Se acuerdan cómo se llamaba esa canción? ;)

7 de septiembre de 2005

Gustitos I (Gayabuc: todos los derechos reservados)






1) Harley Davidson... no necesita explicaciones.
2) Jaguar... tampoco.
3) No! No me gusta S. Coppeland! no sean h. de p.! Pero qué no daría por asistir a una clínica o un concierto de uno de los mejores bateristas del mundo!
4) Layla... "y yo sigo con vos... sabés? se hace difícil seguir anclado aquí sin tu amor. Ya se! siempre soy yo... andar siempre buscando, siempre volviendo a tu corazón, a tu pobre corazón. Y pienso que estamos al borde, al borde de un cielo sin sol. Después no hay retorno ni tiempo, mi amor."

5 de septiembre de 2005

30 años... mirá vos

-Bueno, vamos a hacer el último tema...
-Hola... hola...
-Ustedes saben... ustedes saben que... hay mucha... hay muchos chicos afuera que están hace mucho tiempo deseando entrar... o sea que les pido, les pido por favor que... o sea, no... vamos a hacer dos temas más... pero después de eso... después de eso... les pido que... que se vayan!... o sea... los amamos muchísimo, nos gustan mucho, pero es así la cosa... Bueno, yo me despido ahora: Chau, chau, chau chau loco, chau chau...





Detrás de las paredes que ayer te han levantado
te ruego que respires todavía.
Apoyo mis espaldas y espero que me abraces
atravesando el muro de mis días.

Y rasguña las piedras, y rasguña las piedras
y rasguña las piedras hasta mí.

Apenas perceptibles, escucho tus palabras
se acercan las bandas de rock and roll,
y sacuden un poco las paredes gastadas
y siento las preguntas de tu voz.

Y rasguña las piedras, y rasguña las piedras
y rasguña las piedras hasta mí.

Y si estoy cansado de gritarte
es que sólo quiero despertarte.
Y por fin veo tus ojos que lloran desde el fondo
y empiezo a amarte con toda mi piel.
Y escarbo hasta abrazarte y me sangran las manos
pero qué libres vamos a crecer!

Y rasguña las piedras, y rasguña las piedras
y rasguña las piedras hasta mí.

Mierda... tenía 7 años entonces, mi tío Daniel cumplía 18, el país estaba por vivir uno de sus peores momentos, mi vida estaba en uno de sus peores momentos, cantaba algunas de sus canciones junto con Daniel y sus amigos... y yo no entendía nada.

Septiembre de 1985... diez años después Daniel y yo nos trepábamos a un escenario y cantábamos Rasguña las piedras entre otras. No nos creíamos Charly y Nito, no. Solo que el sueño no se había terminado para nosotros. No tenemos fotos, no hay grabaciones... solo el recuerdo, la sensación de escuchar nuestras voces amplificadas, los rostros de la gente, el silencio respetuoso, el temblor en las piernas... era la vida que nos llenaba las venas, nos movía las manos sobre los mástiles y nos rebotaba las palabras en los monitores.

Felíz Cumple Daniel!

"Adiós Sui Géneris... que tengan una hermosa vida", decía el presentador... y nadie le daba bola! Qué le van a dar bola! La muerte no existe, carajo!

2 de septiembre de 2005

El tasador


Alejandro
Cuando le asignaron la tasación de la casa, aceptó de mala gana porque lo habían llamado para que fuera hoy, ya , «apenas termines de vestirte», ese mismo sábado a la mañana. ¡Justo el día que él había elegido para dormir a pata suelta! Cortó la comunicación puteando no tan por lo bajo. Se levantó, desayunó rápidamente y al salir se propuso ser expeditivo para poder así aprovechar la excelente mañana. Ya que no había podido dormir -pensaba- por lo menos la providencia lo compensaba con un clima estupendo.
Mientras cubría el corto trayecto de su casa a la oficina, en su coche, repasó mentalmente lo que le habían dicho hacía unos minutos por teléfono temiendo que algún dato se le hubiera pasado por alto dado que toda la conversación había transcurrido mientras él estaba todavía despertándose. Según su supervisor, un fulano había decidido vender una casa recién terminada («¿O era sin terminar? No, me parece que dijo recién terminada»). Como se hacía en la mayoría de los casos, el cliente proponía un precio, el valor aproximado, lo que deseaba obtener por la venta de la vivienda, que debía ser cotejado con la tasación que realice la inmobiliaria para acordar así la suma definitiva. Este señor, entonces, había pasado ayer por la tarde a dejar la tarjeta lógica porque en pocas horas más debía salir de viaje y había dejado un par de números telefónicos donde se lo podría hallar para cerrar el trato. Con todo, calculó que en poco más de una hora y media tendría el asunto resuelto. Son quince minutos para llegar a la inmobiliaria, recoger la tarjeta y salir; diez o quince minutos más para llegar a la casa y una media horita para anotar todo lo necesario «después, que labure la negra...». La negra era la PalmTop Toshiba que, por supuesto, hacía todo el trabajo pesado.
Al llegar a la inmobiliaria notó con pesar la ausencia de Fernanda, la otra empleada, la que se encargaba de la parte más "social" del asunto, como por ejemplo: conseguir que un miserable que se fija hasta en el menor de los gastos se decida por alquilar o comprar las propiedades más jodidas o más caras. Ella sabía cómo hacerlo y Alejandro siempre pensaba que en su caso nunca le haría falta (a ella) echar mano a sus mañas: él compraba. Si venía de Fernanda él compraba. Pero hoy era sábado, claro, y la más mimada hoy tenía el día libre. Saludó secamente a su supervisor y antes que éste pudiera decirle nada levantó la mano con un gruñido indicando claramente que no había más que decir, que haría su trabajo bien, rápido y hasta la semana que viene. Retiró las "llaves" -como insistía en llamar, a la vieja usanza, a las tarjetas lógicas- de la cabinita de acrílico, volvió a subir a su auto y se dirigió a la dirección impresa en el soporte plástico.
Su tarea era simple: anotaba en la PalmTop todas los datos objetivos y sus propias impresiones sobre la propiedad en cuestión, como ser: materiales utilizados, estado de terminación, valuación estimada de las propiedades cercanas, vecindario, etc. El aparato incluía una cámara digital con la cual obtenía imágenes de los distintos ambientes que luego almacenaban en la carpeta de la propiedad. De esta manera, un eventual comprador podía ver primero la casa en forma de resumen; más tarde, y si le gustaba, podía verla personalmente. El programa cargado en la PalmTop armaba un resumen y calculaba el costo partiendo de la base de datos donde constaban listas de precios actualizadas on-line. Así de fácil. Desde hacía unos años, cuando había comenzado a comercializarse finalmente la esperada y milagrosa tecnología de inteligencia artificial, no solo los operadores inmobiliarios: todo el mundo en mayor o en menor medida había quedado infinitamente agradecido.

La casa (I)
En una de las lomas más altas del barrio residencial más nuevo, al noroeste de la ciudad, luego de trepar en primera y con dificultad por una calle de tierra en estado calamitoso por el intenso tránsito de camiones con materiales y máquinas viales, estaba la casa. Casi a mitad de cuadra, si es que en ese barrio las manzanas se podían medir como cuadras, dado que en algunos casos había unos quinientos metros de una bocacalle a otra obedeciendo al trazado sinuoso, con subidas y bajadas bruscas que se amoldaban al caprichoso contorno de las lomas y en donde los vecinos parecían haberse puesto de acuerdo en edificar acomodando el diseño de las viviendas acorde al paisaje y sin alterarlo en demasía con desmontes o dragados.
Descendió del auto y fue a sentarse en una pequeña pared de piedra de poco más de medio metro de alto que enmarcaba la ancha escalera, igualmente de piedra, que llevaba, terreno abajo y por el oeste, a la entrada principal de la casa. Comenzó a registrar en la PalmTop.
«Lindo lugar... se respira aire puro. Son las 9.30 de la mañana. Unos pájaros cantan escondidos en los espinillos. (¿necesitaba decir eso? si más tarde el programa desechaba todo lo inútil... en fin, no lo podía evitar). Buen ambiente externo. Hacia el oeste se ve toda la sierra. Pocas casas vecinas. Mucho verde, mucho olor a tierra negra. Viendo la casa desde afuera se distinguen por lo menos dos volúmenes en una sola edificación de dos bloques perfectamente diferenciados. Un bloque principal, de mayor tamaño que el otro, de dos plantas en forma rectangular que corre de norte a sur y con un ángulo de aproximadamente 30º con respecto al trazado de la calle; y el otro bloque sólo en planta baja que sobresale como dos extensiones de la planta baja del bloque principal sobre los lados este, noreste y norte. Excelente orientación y buena sombra: sobre la línea de la vereda hay dos viejos algarrobos que otorgan una protección incomparable. Por otro lado, recién empieza la primavera y ya hay sombra, ya hay verde nuevo en la vegetación.
«La edificación parece un pequeño castillo: está revestida en piedra, las mismas piedras que las pircas del parque y todo el conjunto de escaleras que bajan de la calle al portal. Con la ayuda de una escalera (que no traje porque andaba en auto) se podría subir al techo y verificar el tipo de cubierta externa del mismo, no visible desde abajo; pero uno adivina -teniendo en cuenta el conjunto y el estilo- que debe ser de chapa.
«Detrás de la casa, bajando por el terreno, el parque enorme, prolijo, pese a que por esta época suele descontrolarse la maleza, tiene dos terrazas artificiales contenidas por pircas de piedra laja de primera voladura, que suavizan la marcada pendiente de la loma recorriendo, ondulantes, el lote de sur a noroeste. El perímetro del terreno está alambrado y salpicado de coníferas recién plantadas en ciertos sectores.»
Se incorporó, bajó por la escalera hasta el ingreso, pasó la tarjeta por la ranura y la puerta cedió con un ligero "clic". Una vez dentro continuó grabando...
«Por la puerta principal se ingresa al living. Piso de viraró color caramelo en tablones medianos, de unos 60x15. En la pared sur, un enorme ventanal de vidrio fijo y en la pared este, una ventana de dos hojas. Tanto las puertas como los marcos y celosías de las ventanas son de algarrobo. Por dentro, las paredes son de ladrillo visto y hay un pequeño desnivel en planta baja marcado por dos escalones que dividen a la mitad el rectángulo que forma el ambiente principal. En el nivel inferior y de cara al gran ventanal que da al sur, un juego de sillones blancos, y bajo el vano de la ventana, un centro digital de audio y video». Lo miró más de cerca y pudo comprobar que era un Sony Fog Screen! No lo podía creer! Decidió ponerlo en funcionamiento. Nunca antes había visto andar un aparato semejante. Pasó el dedo frente a la celda de encendido y seleccionó la función de video. «¿Canal?» Preguntó la máquina. «Cualquiera...» dijo él. Como la máquina no registraba semejante contestación y no podía responderle apretó cualquier número. Al instante, el enorme ventanal de vidrio fijo situado tras el equipo comenzó a polarizarse hasta quedar a oscuras pero sin reflejar absolutamente nada del ambiente frente a él. Y antes de darse cuenta, la imagen cubrió toda la amplitud del vidrio. Se acercó a éste y pudo comprobar de cerca cómo funcionaba la pantalla virtual: la imagen no se formaba EN el vidrio sino con una separación de casi una pulgada de éste. En realidad, la imagen se podía formar en cualquier lugar, no necesitaba soporte alguno para proyectarse. Era como una niebla pero de una densidad tal que parecía un objeto concreto, tangible y rígido, y si uno pasaba la mano o cualquier otro objeto por la superficie de la imagen éste desaparecía momentáneamente como si atravesara una densa cascada de agua. Esta proyección se podía programar a mitad de camino entre el techo y el piso, en cualquier ángulo y de hasta unos 2m x 3m de tamaño máximo, o algo así. En este caso había sido programada para cubrir toda la ventana. «Qué maravilla! -Se dijo en silencio. Bueno, sigamos» y apagó el equipo.
«Dando la espalda al ventanal y los sillones, subiendo los dos escalones que llevan al nivel superior de la planta baja, se ubica la cocina comedor dominando aún más la vista hacia el sur a través del ventanal. Ambientada en un estilo semi-rústico, completamente equipada: cocina y horno eléctricos embutidos en madera rústica (la pava aún está tibia), iluminación halógena empotrada en paneles de madera, una pequeña bodega de roble en un rincón bajo la panera de roble también. Una larga mesada de granito color coral que recorre toda la pared norte de la cocina, con grifería a fotocomando. El lavadero, ubicado en el bloque que sobresale hacia el noreste, está equipado con lavatorio de cerámica autotérmica, lavarropas, termotanque (encendido), gabinete de secado y un placard para guardar todos los elementos de limpieza. Sobre la pared Este, siguiendo dentro del lavadero, está la puerta se servicio que conduce al parque. En la cara sur del lavadero aparece el baño, amplio y reluciente, completando el bloque que sobresale hacia el este. Las paredes y el piso están cubiertas en símil mármol travertino, la grifería es de bronce al estilo antiguo y el deck de la bañadera es de pinotea. (El espejo aún está empañado y en el aire se respira olor a jabón). La casa posee servicios completos, electricidad, agua, gas, y multi-banda satelital en fibra óptica para las comunicaciones.
«Yendo nuevamente hacia el nivel inferior de la planta baja y junto a la ventana de dos hojas, sobre la pared este del estar, una escalera trepa al entrepiso que a primera vista parece ser el dormitorio. El entrepiso es de madera Raulí sostenido por viejos rieles ferroviarios que corren en dirección Oeste-Este. Subiendo ya por la escalera se llega al dormitorio (como suponía). Tanto la baranda del entrepiso como la de la escalera y el mobiliario son de madera pulida pero rústica en sus líneas, con troncos que aún conservan nudos y salientes de brotes o ramas. Y entre el techo y la cama, ubicada al centro del ambiente, otro toque de tecnología que contrasta con el ambiente semi-rústico de la casa: una lámpara halógena G-Zero (algún día todos vamos a poder tener uno de estos bichos...)» La tomó y la giró para verla de todos los lados posibles, pero no hubo forma de hallar nada más. Algo tan simple y tan complejo: un disco que era a la vez pantalla, batería y control anti-gravedad; y en el corte circular del centro del disco, flotando, sin uniones, sin soportes, sin nada: la lámpara. La volvió a dejar donde estaba, suspendida en alguna parte entre el techo y la cama. En este nivel de la casa, aparecen tres ventanales más: dos, a los costados de la habitación, en las paredes este y oeste, de tres hojas, también de algarrobo como el resto de las aberturas. Una tercera, a la cual no se puede acceder, se ubica frente al entrepiso, sobre la pared sur por encima del ventanal de la planta baja y del mismo tamaño de éste. A su vez, sobre la pared Norte del dormitorio, la cabriada del techo tiene paneles de vidrio por lo que recibe iluminación natural todo el día. Detrás de la cama, abarcando toda la pared este, está el placard - vestidor con su puerta de acceso sobre el extremo izquierdo y la puerta de la derecha es el acceso oculto a un pequeño baño en suite. »
Sin dudas, la propiedad tenía su valor. Era más bien chica, pero tenía de todo y bien puesto. Grabó algunos detalles más, filmó los lugares más sobresalientes y salió de la casa. La cerradura lógica chasqueó levemente al activar la protección general. Afuera, el sol de Septiembre ya había comenzado a calentar, especialmente el tapizado del auto. Mientras conducía camino a la oficina activó el procesador del informe. Al llegar estará todo listo, sólo será cuestión de dejarlo minutos más tarde en el escritorio de la inmobiliaria y... hasta el lunes!

Lunes
9 de la mañana.
Primera (única) alegría del día: la sonrisa de Fernanda.
Alejandro sabía, como esas cosas que nunca va a reconocer delante de absolutamente nadie, pero que para sus adentros era totalmente cierto, que la pretenciosa perfección de sus informes tenía como fin último los ojos de Fernanda. Era su forma de alardear ante ella. Su chato razonamiento no terminaba de aceptar que el trabajo en serio lo hacía la máquina y su programa, y él continuaba creído que era crédito de buena parte del éxito de Fernanda en los negocios que concretaba gracias a sus informes. Nunca iba a lograr que ella se fijara en él como pretendía, pero no lo sabía. Por eso seguía intentando y ella lo chicaneaba de formas a veces sutiles, otras no tanto.
Primera (recién la primera) amargura del día: "Ale... el informe del sábado está mal hecho..." (ah, pero ella sabe decirlo con una sonrisa...), "...andá a verlo a Osvaldo antes que él venga a verte a vos."
Resopló con fastidio. «...mi trabajo mal hecho...» pensó irónicamente. «Este tipo leyó cualquier cosa...»
Golpeó levemente el vidrio para anunciarse e ingresó al box del supervisor.
-Osvaldo... Me buscabas?
Osvaldo era de esos tipos que parecen resistirse de manera espontánea y natural al paso del tiempo; cualquiera podía sentirse mayor a su lado. Andaba ya por los cincuenta y más de unos cuantos quisieran llegar a los treinta siquiera con esa lozanía y juventud. Hoy, como todos los días, parecía estar de buen humor, pero solo un poco. Tal vez solamente intentaba aparentar una leve molestia para recordar que le gustaban las cosas bien hechas, que en su negocio no debe haber engranajes que no estén aceitados.
-Ah, si... ¿qué pasó el sábado? -preguntó Osvaldo abrochando dos hojas en una carpeta. Su sonrisa era levemente burlona, pero sin maldad. Sin embargo, Alejandro inmediatamente identificó ese gesto como que todo iba a venir de cargada por el lado del partido del sábado a la tarde y Fernanda, o era cómplice y sabía que lo de la casa era una excusa o había sido engañada también. Se relajó.
-No me hablés... tres nos hicieron!! Cómo vamos a perder así... -tuvo que aceptar con humildad.
-No, boludo! a la mañana, la tasación,... la casa en El Mirador...
(-Ah!, entonces la cosa era cierta. Pero qué salió mal?) -Nada! Todo normal, por qué?
-Y... me trajiste un informe de una casa completa, amueblada, (habitada) y resulta que la casa en cuestión ni siquiera está terminada, la obra se paró hace como un año.
-Me estás cargando... («me parece que sin terminar») -Escuchó su propio pensamiento ese sábado a la mañana mientras se estaba despertando.
-Fuera de joda...
-...No entiendo. (¿O sí entendía? ¿Qué había sido sueño? el ¿«me parece que sin terminar»? ¿El trabajo de esa mañana? ¿Se había levantado ese Sábado? No... pero entonces... ¿Y el partido? No, sí! Eso no era sueño.
-...el tipo (el dueño) -la voz de Osvaldo lo sacó de sus cavilaciones- vino y nos pidió que le tasáramos la obra para venderla, que consideremos que está todo sin terminar, pero que los materiales eran de primera, y que los albañiles laburaron muy bien, etc. Y que si la obra seguía parada iba a empezar a arruinarse porque ni techo tenía... para mí te metiste en otra casa; no se cómo, pero te metiste en otra casa.
-Eh! tan dormido no estaba...
-Ya está, no importa. Espero que no te haya visto nadie que te pueda haber denunciado. Andá de nuevo ahora que estás despierto, primero verificá bien la dirección, traeme el informe de nuevo y listo.
Tomó la tarjeta lógica de la gaveta de acrílico, verificó la dirección, Cárcano 1287, el fulano era un tal Ariel Caravalli -tal cual el sábado, de eso estaba seguro-. Confirmó los datos con Osvaldo, quien le contestó afirmativamente, «claro que está bien», pensó un poco en voz alta y volvió a ir a la casa.

La casa (II)
Al llegar volvió a comprobar la dirección que coincidía perfectamente con la impresa en la tarjeta. Bajó con su PalmTop y comenzó a recorrer el ancho camino escalonado de piedras que llevaba a la puerta de entrada principal. Se sentó en la parecita de piedra negra. Abrió la PalmTop, se veía la hora: 9.30. Abrió el programa, comprobó que estaba todo listo para empezar y dejó lista la cámara. Una rápida mirada a la casa y reconoció las paredes externas en piedra, las aberturas de algarrobo, igual que el sábado; incluso recordó que tampoco esta vez trajo la escalera para poder ver la cubierta exterior del techo, pero si le habían dicho que techo no tenía, así que ¿para qué? Se encaminó hacia la entrada de la casa, pasó la tarjeta por la ranura y la puerta gris de aluminio se abrió con un leve chasquido.
Ingreso al living comedor: Piso de cerámica esmaltada color salmón. Puertas y ventanas de duralum, los vidrios ligeramente ahumados. Acabado de paredes internas perfecto, parecían haber sido terminadas con enduído plástico, no se percibía la menor porosidad y el blanco con que habían sido pintadas era inmaculado. El viento traía desde afuera y por la puerta de entrada entreabierta, sonidos de risas como de chicos jugando no muy lejos. A tres pasos de la puerta de entrada un simple juego de comedor, una mesa mediana y seis sillas tapizadas en cuerina color beige, un aparador antiguo y una mesita con el teléfono. Hacia el norte de la entrada se divisaba la cocina que no tenía separación con el resto del ambiente más que por un par de escalones que dividían el gran recinto en dos niveles. De un lugar un poco más allá de la cocina, en lo que debía ser el lavadero interno, provenía el ruido acompasado, regular, característico de los lavarropas automáticos... y olor a sopa (...) Miró hacia la cocina y sobre el anafe había comenzado a largar vapor una olla.
Todo eso, que registró en un par de segundos, bastó para dejarlo con la boca abierta y una expresión de estupor que estuvo a punto de filmársela a para poder creerla.
-No... pará... -se descubrió hablando solo.
Salió corriendo por la puerta por donde había entrado y la cerró sin mirar, con el mismo impulso de la corrida. Se detuvo en el camino de piedras antes de los escalones. Se dobló, apoyando las manos sobre las rodillas tratando de recuperar menos el aliento que la compostura emocional, por el esfuerzo de salir corriendo.
Aguardó unos instantes mirando el piso y giró para volver a entrar. Todavía no reaccionaba.

La casa (III)
Pasó nuevamente la tarjeta lógica por la ranura y la enclenque puerta de hierro pintada con antióxido azul, cedió al impulso electromagnético con un breve chasquido abriéndose lentamente. El piso era de cemento alisado teñido de rojo, se notaba que era reciente porque aún no brillaba como suelen hacerlo los estucados luego de un tiempo de uso. Las puertas y ventanas de hierro estaban pintadas de antióxido azul al igual que los gruesos barrotes mal terminados de las rejas. Las paredes internas tenían un bolseado fino que dejaba ver el relieve de los bloques de cemento como mampostería principal. Había olor a cemento y arena húmedos. Sacudió la cabeza cada vez más desorientado pero todo seguía igual. Miró el techo y lo vio completo. Era de material sólido y concreto. «...porque ni techo tiene» había dicho Osvaldo, de eso estaba seguro.
Volvió a salir corriendo. Cerró la puerta tras de sí y fue a sentarse en la pequeña pared de piedra de la escalinata que llevaba a la calle. Allí respiró agitado y esperó a recuperar la calma y el pulso con los ojos cerrados y tratando de controlar su respiración, de relajarse un poco. Estaba verdaderamente asustado.
De a poco, el agradable silencio y la tranquilidad del lugar comenzó a penetrar en su conciencia. Apenas si se oía algún que otro ladrido desde el valle y ruido a autos lejanos. La tibieza del sol fue pacificando su cuerpo, pero no estaba muy seguro de que su cabeza fuera por el mismo camino; todo le daba vueltas, pero ahora un poco más despacio... cada vez menos... si, ya casi todo estaba en orden.

La casa (IV)
Abrió los ojos con un ligero sobresalto.
Flor de susto se había llevado...
Miró el reloj: las 9: 30. Por un momento creyó haber vivido lo que acababa de soñar. Es extraño como a veces los sueños parecen durar tanto cuando en realidad pasa todo en apenas unos pocos segundos. «Fue el sol» se dijo. El sol había hecho que se adormeciera unos instantes sobre la pirca mientras acomodaba las cosas y miraba el paisaje.
Se levantó nuevamente (se levantó nuevamente) y volvió a encaminarse (volvió a encaminarse) hacia la puerta. Pasó la tarjeta lógica por la ranura. La pesada y enorme puerta de madera se abrió con un rezongar de los goznes y volvió a entrar (volvió a entrar).
El piso estaba hecho con "rodajas" de troncos de un extraño color ocre, con los intersticios rellenos de una pasta al tono y toda la superficie estaba plastificada, lo que le otorgaba un brillo gélido e impersonal. Daba la sensación de estar caminando sobre un inmenso "bosque" talado de una sola vez por una gigantesca motosierra. Los marcos de las puertas y los vanos de las ventanas estaban hechas de troncos, de oscuros y pesados troncos; las paredes eran de piedra y todo en total tenía un peso sobrenatural, aplastante. El frío reinante era monstruoso, increíble y ni su propia respiración, vaporosa y húmeda, se sentía en medio de semejante silencio. No había muebles, no había dos niveles en la planta baja. La casa estaba completamente vacía, helada y muerta. Antes de poder completar la primera visión general del lugar, un aleteo violento y sonoro lo sobresaltó a punto tal que su corazón comenzó a galopar. Instintivamente se cubrió la cabeza con el brazo izquierdo y se agachó. Luego, despacio, cuando comprobó que nada se le caía encima, miró al techo y se le terminó de helar la sangre: en lo alto, tan alto como para montar un campanario de iglesia de montaña, sobre las vigas de un techo distante como 15 metros, imposible de aceptar si acababa uno de ver la casa por fuera, unas tres o cuatro palomas cruzaban en un corto y sonoro vuelo, de la viga central a la cabriada norte. No había entrepiso, no había escalera... no había nada! Sólo el frío, unas paredes endemoniadamente altas, el eco de los aleteos y de nuevo el silencio amenazador. No aguantó más. Sintió que las rodillas se le aflojaban, que las manos perdían fuerza y, como pudo, con las pocas fuerzas que logró juntar, con la mínima energía que le restaba luego del espanto, corrió hacia la salida. La puerta se cerró violentamente detrás de sí. Afuera, las aves trinaban alegremente y el sol había comenzado a calentar las piedras del camino.
Ya había empezado a resecársele la boca de los nervios. Tenía mucho miedo. Volvió a sentarse sobre la pirca y a tratar de recuperar el aliento. Notó que la PalmTop ya no lo tenía consigo. «Se me cayó en la corrida». No podía creer lo que le estaba pasando. Frotó sus ojos con los dedos mayores y los arrastró lentamente por la nariz hasta llegar a la boca tirando ya con el resto de la mano toda la piel de la cara descubriendo un rictus de espanto. Así permaneció unos segundos tratando de ordenar sus pensamientos. En eso estaba cuando se le ocurrió la más brillante de las ideas: la ventana. «Claro... la ventana! Qué pasa si miro al interior por la ventana?». Se levantó y, como una flecha, se precipitó hacia la ventana que tenía más cerca, la que daba hacia el oeste. En el apuro y la desesperación golpeó su frente con el grueso vidrio al tiempo que apoyaba los cantos de las manos para contrarrestar el reflejo externo y así poder ver el interior de la maldita casa que lo estaba volviendo loco. Puteó al vidrio por el golpe, a la casa por caprichosa y a la hora que un idiota se le había ocurrido poner en venta una casa embrujada. De paso puteó a su supervisor... por las dudas.

La casa (V)
A través del vidrio, las palabras de Osvaldo tomaron forma de realidad. La casa estaba sin terminar, el solado era un áspero, sucio y desprolijo contrapiso de cemento y arena gruesa, las paredes eran de ladrillo visto, no había techo y mucho menos entrepiso. Lo que sería la planta baja estaba dividida en dos mitades por dos largos escalones que cortaban la casa de este a oeste. En la parte norte supuso que sería emplazada la cocina ya que sólo estaba colocada una enorme mesada color salmón sobre unos pilotes de ladrillo aún sin revocar. En el ambiente se veía flotar un polvillo tenue que montaba sobre los rayos de sol que penetraban por las rendijas de la celosía de las ventanas de madera que daban al este. Como si "alguien" hubiese estado barriendo o pegando pisotones en el suelo reseco y polvoriento (como si alguien acabara de salir corriendo). Más allá, amontonados en un rincón, junto a los escalones que dividían el ambiente, había restos de caños plásticos, planchas de telgopor y una bolsa de cemento seguramente endurecida. En el nivel inferior, a unos pocos pasos de la puerta de entrada principal estaban tirados la PalmTop y la tarjeta lógica!
La puerta estaba cerrada y no tenía como abrirla, pero la desesperación y la bronca de comenzar a saberse desquiciado fueron más fuertes. Tomó carrera unos metros y arremetió contra el centro de la puerta con su hombro izquierdo al tiempo que cerraba los ojos, concentrando todas sus fuerzas en un golpe violento y descontrolado.

La casa (¿La casa?)
La "puerta" cedió y hubiera cedido aún si el golpe hubiera sido más débil (hubiera bastado un soplido, un gesto... hubiera bastado simplemente caminar porque no había puerta). Cayó sobre el pasto y se lastimó el brazo izquierdo, la mano derecha y una rodilla pero no se dio cuenta si no hasta pasados unos cuantos segundos. Tirado en el piso, boca arriba, apoyado en el brazo que no le dolía, con el primer vistazo, fugaz pero suficiente, sintió una náusea que casi le llevó a vomitar lo poco que tenía en el estómago hecho un nudo, como sus nervios. Se contuvo con un esfuerzo tremendo. El sol le pegaba de lleno. En las zonas del cuerpo donde había raspado contra el suelo, su ropa y su piel estaban verdes manchadas de clorofila y, por supuesto, olían a pasto. Alguna que otra piedra participó del concierto de raspones dejando sus huellas de jirones de piel sangrante. Una bandadita de cotorras pasó llenando el aire con su característico alboroto. Se incorporó lentamente, dolorido «vaya forma de darme cuenta que acabo de enloquecer». No podía ordenar sus pensamientos... sencillamente no podía creer que esto le estuviera pasando. Miró alrededor y sólo vio verde de maleza salpicada aquí y allá por piedras rojizas comunes y abundantes en la zona. Los espinillos, los cardos, el viento suave y cálido... el silencio del valle. Continuó girando lentamente, ya totalmente fuera de sí. Las únicas edificaciones que veía eran de las pocas casas vecinas que había momentos antes. Allí donde debía estar la puerta que acababa de derribar (que acababa de atravesar como un espíritu) se erguía orgulloso un tala joven y con brotes nuevos, de apenas un par de metros de alto. A sus pies, estaba la PalmTop cerrada, y de la tarjeta lógica ni rastros. En vano buscó con la mirada la casa, la escalinata de piedra, las terrazas del parque... nada. Sólo la maleza y los árboles allí donde debía haber ladrillos, cemento, hierro... no sé... ALGO!! Hace unos segundos yo estaba no sólo frente, sino DENTRO de una casa!!. Pateó con furia la PalmTop que fue a parar a unos metros de allí, loma abajo. Sacó un cigarrillo del atado que tenía en el bolsillo interno del saco. Estaba partido y ambas mitades apenas se unían por una débil bisagra de papel, pero no pareció registrar el inconveniente. Lo llevó a sus labios, tratando de controlar el temblor de sus manos. Buscó en los bolsillos el encendedor y al no encontrarlo escupió con rabia el deshilachado cigarrillo y puteó entre dientes. Miró alrededor nuevamente como para convencerse de semejante locura, tratando de encontrar algún testigo, alguien que pudiera comprobar que no estaba viviendo lo que estaba viviendo, alguien que lo despertara, porque no quedaba otra que pensar que se había quedado dormido en la escalinata mientras leía lo que había escrito el sábado en la PalmTop y ahora mismo le estaba pasando como en esos sueños en que uno la está sufriendo o muerto de miedo, sabe que es un sueño pero no se puede despertar; se sabe qué tan vívidos pueden ser esos sueños y eso explicaba el dolor de las magulladuras, el dolor en el pie tras patear la agenda electrónica, el olor de la vegetación, el calor... el reflejo del sol sobre el vidrio del auto estacionado a un costado de la calle... Corrió cuesta arriba por el lote hasta llegar al auto (pero pudo correr bien, no le pesaban las piernas ni se estiraban las distancias como en las pesadillas), metió medio cuerpo por la ventanilla que había dejado abierta y comenzó a tocar bocina como un nene cuando lo dejan solo dentro el auto mientras la mamá baja a hacer las compras. Tocaba y miraba alrededor, con el deseo de que algo lo despertara. Pero fue inútil... luego de unos minutos nadie se acercó y el eco de los bocinazos terminó por desvanecerse en el silencio del valle.
Se sacó el saco y la corbata, que ya estaba sudando y los tiró por ahí. Miró el reloj: las 9.30 de una hermosa mañana... linda mañana para caminar despacio, con la mano en los bolsillos, pateando piedras por la calle desierta.

1 de septiembre de 2005

El título dejálo para el final (Orsai - todos los redechos reservados)


Ya de solo verte entiendo que estás enojada y no te quito razón. Pero si al menos me dejaras explicarte mi situación trataría que se te pase de alguna forma el malhumor. Pensá en que a partir de ahora todo se va a complicar, que va a ser doloroso y absoluta y definitivamente tarde para casi todo. Si a alguna situación se le debe poner el rótulo de fuerza mayor, sin duda es ésta. Sentate un momento, calmate y escuchame... no necesito que me respondas si no querés, pero al menos dejá que te explique. Y no revolees el vestido sobre la cama ni te sientes sobre él, lo vas a arrugar todo y al final el esfuerzo que hiciste... Mirá, muchas veces me habrás oído decir que en este tipo de cosas es difícil encontrar "un" culpable, básicamente porque no hay quien declare a favor o en contra ni de una parte ni de otra. Sumale que en este caso hubo varios factores... y sí, terceros y los imponderables de siempre aunque suene a frase hecha. Hace una semana que me venía preparando para esta noche. No empieces a pensar que no le daba importancia. Había trasladado un par de compromisos que sabía perfectamente que me iban a requerir más tiempo y dedicación absoluta, estaba con la mente totalmente puesta en la cena de hoy y no me lo podés negar: vos me acompañaste a comprar zapatos nuevos y a pedirle prestado el traje a mi hermano. Con lo que odio esas cosas! Pero estaba totalmente dispueso a usarlas y sin ninguna objeción, que semejante ascenso no lo recibe cualquiera hoy en día y tan seguido. Pero volviendo al tema, lo importante es que me adelanté (todavía no entiendo cómo pude hacer tan rápido) para contarte ésto y que no te enteres por boca de terceros porque va a ser peor y yo te conozco. Si ya estás enojada y nerviosa y no me dejás hablar...! Podrías quedarte un poco quieta y dejar de ir de un lado para otro? Entendé mi posición, ésta es la primera vez que me pasa y no se cómo manejarlo. Ya de por sí me cuesta tratar de hilvanar algo coherente, más difícil se me hace seguirte y hablar, nunca pensé que iba a ser tan jodido todo esto. Pero insisto en que no fue mi culpa como tampoco fue culpa del que manejaba el otro auto, si vos sabés perfectamente cómo son estas noches de niebla, los camiones con la cosecha y la imprudencia de siempre. Todavía no puedo explicarme yo mismo que pasó, pero estoy haciendo un esfuerzo como para poder contarte, ya te dije, antes que vengan otros y te lo digan... pero bueno, pasó y ya no tiene arreglo por más esfuerzo que estén haciendo en este momento... viste cuando tenés un presentimiento? No se porqué, pero tengo una certeza como nunca la tuve en mi vida. A decir verdad tengo muchas certezas en este momento... no se... es como una claridad de conceptos inimaginables, pero como de las cosas de ahora en más y no quizás de las de antes.. será por eso que no puedo recordar mucho qué pasó. Y sí, creo que lo mejor será tratar de ordenar lo que vendrá que va a ser jodido, ya lo se... y me da pena, no creas. Pero una pena esperanzadora si es que cabe semejante contradicción... como que todo va a mejorar. Tengo ese presentimiento que vas a entender muy pronto y que vas a salir adelante con todo lo nuestro... como si yo de alguna forma te hubiera estado trabando y a partir de esto los caminos se te abrieran con una mejor perspectiva. Lo veo, no me preguntes cómo pero lo veo y lo siento. Los chicos están durmiendo en casa de tu vieja, pasé por ahí recien. Están bien y creeme que lo van a superar tal vez hasta más rápido que vos. Dale, sentate y atendeme, estoy haciendo un esfuerzo enorme para llegar a vos... ya ves, quiero contarte esto y muchas otras cosas. Siempre nos terminamos arrepintiendo cuando no pudimos hacernos un momento para contarnos todo y al final notamos que ya es tarde... Pará! adónde vas? Eso fue el timbre? Dejame que termine...! o que empiece... esperá...! Bajá con cuidado, sacate un poco esa bronca, yo se lo que te digo... Por favor, tomátelo con calma... que el policía no tiene la culpa, pobre... demasiado con que tiene que pasar por este momento para que encima le pegues... quedate tranquila que yo te acompaño y no lo acribilles a preguntas al pobre tipo, si es lo que te estoy tratando de explicar... si tan solo pudieras serenarte... no puedo llegar a vos de otra manera por más que grite, eso que una vez fue mi voz no llega más que en brisas de silencio a tus oídos. Tampoco te das cuenta que te estoy abrazando... mucho menos podrás entender que también estoy abrazando (pero esto que tengo no son brazos, es sentimiento puro) a los chicos y los estoy besando a los tres y les estoy diciendo que los voy a ayudar y voy a estar a su lado todo el tiempo que sea necesario.

29 de agosto de 2005

Se vende...

  • No es el Duna (96, 1.7 diesel, excelente estado, papeles al día, para entendidos)
  • No son los bocaditos Cabsha en liquidación porque nadie los quiere
  • No son las obleas Bon o Bon que no duran medio día en la exhibidora
  • No es la coca de 2l de envase descartable
  • No es la ropa del Nanu que ya no le entra


  • Más de 200 páginas que incluyen prosa, poesía, pintura y fotografía, biografía de los autores y modo de contactarlos ;-)
  • Recién salido de los talleres gráficos de Editorial Novelarte
  • Con obras de los reconocidos Manuel Mandeb Relodaded y NaHuEl (para la C.o.h.e.a) entre otros winners (h)
  • A precio de lanzamiento (y para recuperar al menos la guita del viaje para ir a buscarlos) $15.-*
  • Una oferta que no puede rechazar! (música de El Padrino)
  • Llame ya!! As seen on TV!

    Pd: Para solicitar su ejemplar (llame ya! esta edición es limitada) deje en un comment su dirección de e-mail y nosotros gustosos le contactaremos. No deje pasar esta oportunidad!

    *precio de venta sugerido al público. los colores y diseños de la tapa pueden variar sin previo aviso. oferta válida en todo el mundo hasta agotar stock de 12.000 unidades. la empresa distribuidora no se responsabiliza de los daños que pueda causar en la siquis de los lectores la lectura de las obras ni de las roturas que pueda causar el lanzamiento del material fruto del desagrado de los mismos (los lectores). el precio incluye iva. no incluye flete ni gastos de patentamiento. el envío corre por cuenta y cargo del comprador.

21 de agosto de 2005

I'm in love with my car



The machine of a dream, such a clean machine.
With the pistons a pumpin' and the hubcaps all gleam.
When I'm holding your wheel
all I hear is your gear,
when my hand's on your grease gun...
oh, it's like a disease, son!
I'm in love with my car, gotta feel for my automobile.
Get a grip on my boy racer rollbar.
Such a thrill when your radials squeal.
Told my girl I had to forget her,
rather buy me a new carburettor.
So she made tracks sayin' this is the end now.
Cars don't talk back they're just four wheeled friends now.
When I'm holding your wheel
all I hear is your gear,
when I'm cruisin' in overdrive
don't have to listen to no run of the mill talk jive.
I'm in love with my car, gotta feel for my automobile.
I'm in love with my car, string back gloves in my automolove.

21/08/05

Hey little babe you're changing, babe are you feeling sore?
It ain't no use in pretending, you don't wanna play no more
It's plain that you ain't no baby, what would your mother say?
You're all dressed up like a lady, how come you behave this way?

Sail away sweet sister, sail across the sea
Maybe you'll find somebody, to love you half as much as me
My heart is always with you, no matter what you do
Sail away sweet sister, I'll always be in love with you

Forgive me for what I told you, my heart makes a fool of me
You know that I'll never hold you, I know that you gotta be free

Sail away sweet sister, sail across the sea
Maybe you'll find somebody, to love you half as much as me
Take it the way you want it, but when they let you down my friend
Sail away sweet sister, back to my arms again

Hot child don't you know you're young, you got your whole life ahead of you?
And you can throw it away too soon...
Way too soon...
Sail away sweet sister, sail across the sea
Maybe you'll find somebody's, gonna love you half as much as me
My heart is always with you, no matter what you do
Sail away sweet sister, I'll always be in love with you

9 de agosto de 2005

Just one step...



One day, up to a cliff
That overlooked the water
I jumped in to save a girl
It was somebody's daughter
And now the ring is on my hand
It was given to me by her
To this day we all sit around
And dream of ways to get higher
To get much higher

Tell your friends not to think aloud
Until they swallow
Whisper things into my brain
Your voice sounds so hollow
I am not a leader of men
Since I prefer to follow
Do you think I could have a drink
Since it's so hard to swallow
So hard to swallow

(un día, en un acantilado
que sobrepasaba el agua
salté para salvar a una chica,
era la hija de alguien
ahora el anillo está en mi mano,
ella me lo dio.
Por estos días no sentamos en ronda
y soñamos formas de estar más arriba
mucho más arriba.

Decile a tus amigos que no piensen en voz alta
hasta que no hayan tragado
Susurrándome cosas al oído,
sus voces suenan huecas.
No soy un líder
dado que prefiero encolumnarme
Creés que pueda tomar algo?
porque es tan difícil tragar...
tan difícil tragar)

Nickelback

8 de agosto de 2005

Fue el Mar, el Mareo, la Marea...


Una serie de intrincadas condiciones depositaron a la Dama en la Torre. Fue el Mar, el Mareo, la Marea... El alba la sorprendió recorriendo mansamente las almenas, acariciando suavemente la arena subyacente en la piedra gris, inspirando pausadamente la brisa del Mar, el Mareo y la Marea...
Se siente feliz -supone-, es como estar en casa. Aunque este paisaje no sea familiar en la memoria de sus sentidos lo es en el recuerdo de las emociones: éste es mi sueño, este es mi hogar, este es el sitio que no debí dejar.
Desde la torre se pueden dominar los valles inevitables y las negadas mesetas; se puede compadecer al ser que aflora en la tierra y sobrevive en la maleza, se puede sonreir complacidamente ante los sutiles triunfos del líquen tenaz.
El Mareo persiste, la obnubilación y la bruma. La altura no es la causa, es la consecuencia del Mar, del Mareo, de la Marea, que hace tiempo la dejó en el techo del mundo y se retiró en silencio, cobarde e impune. Y ya no vuelve, ya no sube, ya no aturde, ya no M/marea.
La soledad en la Torre es total y la Dama en ocasiones se pregunta si sirvió de algo dejarse marear, si la aspereza de la piedra alcanza para configurar una compañía, si la sola fuerza de la Marea fue la que obró el prodigio, si no pudo haber sido su propio Mareo que la sacó del Mar que la vio crecer.
En la fria arena aún pueden verse los pasos de regreso... solo un par de pies. Y una mueca burlona que acaba de dibujar una nube en un fatal y volátil trazo, con el último resplandor de un sol que acaba de morir tal vez para siempre en esos ojos que son un pedacito del Mar, Mareados, Mareados...

7 de agosto de 2005

Bancate ese defecto


Andás esgrimiendo morales que no sos capaz de sostener. Andás flameando la bandera de la elevación por sobre la media detestable y sos tan ínfimo que el propio peso de semejante responsabilidad te aplasta sin esfuerzo. Andás pregonando libertades y descompromisos para con la vida terrenal que te olvidás que te lleva el viento. Pretendés arrogarte un peso que edificaron los demás con sinceridad y valores y no sos capaz de ser sincero con vos mismo ni de atender a tu levedad con al menos el mismo respeto que la pobre te tiene. Te cagás en la sociedad que te dio cabida y la garroneás como un perro mal cogido. Se te caen las fachadas del semejante esfuerzo que hacés para tratar de mantenerlas. Se te ve en la cara la estampilla del típico versero argentino. Te sostenés con la debilidad de los demás porque los fuertes te reconocen y cruzan la vereda al notarte. Edificaste tu castillo con talco y lo pretendés de piedra en base a ideas rimbombantes y disfrazadas de canto de sirena. Creés estar de vuelta y todavía te está patinando el béndix. Jugás al eterno adolescente y se te vinieron los años encima. No te duran las sociedades porque te pican el boleto ipso pucho y después te andás quejando.

22 de julio de 2005

Final

Y sin embargo sabes,
me mantendrás distante.
Y sin embargo,
aún puedes abrirla.

Luces como preparada
para una muerte elegante,
y sin embargo... lates!
Aún puedes abrirla.

Y sin embargo vuelves,
de lo contrario vienes.
Y sin embargo,
aún puedes abrirla.

Agotas lo imprevisible
entre tus blindados brazos
y sin embargo... hay rastros,
aún puedes abrirla.

Y sin embargo esperas
un laberinto sin sorpresas.
Y sin embargo
aún puedes abrir tu caja negra.

3 de julio de 2005

Welcome to the machine


rwright

rw
nickmason2
DG
Where have you been?
It´s allright, we know were you´ve been...

Miles y miles de personas iluminadas por potentes reflectores que al final parecían pálidas candelas en semejante vastedad. Todas las cabezas orientadas a ese minúsculo espacio oscuro donde de a poco comenzaban a asomar tímidas luces de colores, spots individuales que lanzaban tenues conos lumímicos.
El primero que vi, alto, delgado, joven pero con la larga cabellera blanca, lucía una increíble sonrisa, miraba sin ver hacia abajo, hacia sus dedos que comenzaban a recorrer las gruesas cuerdas del bajo. Me costó reconocerlo. La imagen cambió luego hacia otro hombre, sentado tras una pedal-steel-guitar, deslizando suavemente el anillo de metal sobre las cuerdas. También lucía unas escasas canas sobre un rostro blanco y difícil. Un poco más atrás, tras los tambores, otro viejo (cariñosamente) no parecía esforzarse en golpear los parches y platos, lo hacía con gusto y cariño, como si jugara con sus nietos. Algo más a la derecha del escenario, otro canoso y contundente hombre presionaba las teclas aquí y allá de un sencillo sintetizador electrónico. Luego de la introducción, el que estaba con la steel guitar se levantó, se colgó una Fender, se acercó al micrófono y comenzó a cantar. El milagro acababa de producirse. Aún en este momento, cuando ya pasaron varias horas del hecho, todavía puedo sentir el escalofrío recorriéndome la espalda. En esos momentos mis ojos empañados de emoción vieron los de mi mujer en idéntica contemplación arrobada, luego de largar todo lo que estábamos haciendo. Ella se secó las manos, o no... y se sentó en el piso. Yo con Luciano a upa apagué las luces y bailé con él como para que se entretenga y deje de hablar. Como podía, como me salía, con la voz entrecortada, le cantaba despacio a Luciano cerca del oído intentando que en algún lugar de su subconsciente, este momento le quedara para siempre. Cada tanto le decía que mire la pantalla, que tal vez sea algo que nunca se va a volver a repetir. No creo que haya entendido... él quería a toda costa el chupete y yo no lo podía escuchar.
Muchos de ustedes sabrán a quienes me refiero, quienes son esos hombres ya pesados, canosos y con cara de estar de vuelta de mil cosas. Fue un momento mágico y tal vez si hubiéramos estado en persona en el lugar habríamos llorado y reído a la vez de emoción. Pasaron cuántos..? 22..? 24 años? No importa. Volvieron y nos dejaron ese nudo en la garganta una vez más.

1 de julio de 2005

"Los insufribles" reloaded

  • La vieja del sulky y su baranda
  • La vieja del sulky y su costumbre de sacarme cambio
  • La vieja del sulky y su "hijo"
  • La vieja del sulky y el barro que me deja en el local
  • La vieja del sulky
  • El "dandy" del comercial de Cinzano
  • El locutor chupamedias del comercial de Cinzano
  • El comercial de Cinzano

  • Nito Artaza
  • Nito Mestre
  • Nito Porfiri
  • Los papeles con olor a naftalina de los jubilados que vienen a sacar fotocopias
  • Las bolsas donde guardan los papeles con olor a naftalina... bla bla bla...
  • Los que me hacen cortar la línea para llamar a un celular que les da con la casilla de mensajes y vienen bufando a pagar (en el mejor de los casos)
  • Los que no me dan bola cuando les digo a qué cabina entrar y se mandan donde se les canta las pelotas.
  • Potolita Vasili

23 de junio de 2005

Daniel Salzano

Día del niño

Te proponés escribir entre 18 y 20 líneas porque hoy es el día del niño. Y lo menos que podías imaginar es que el primer chico que aparece y te observa sin moverse y sin hablar sos vos mismo. Pibe remoto, del que ya no sabés si te quiere o no te quiere, pero del que te vuelven a asombrar su pelo largo y sus ojos limpios. Niño, niño, le preguntás asombrado. Contame: cómo eras?, qué silbabas, qué leías? Pero el niño que fuiste se desmarca y no contesta. Al niño que fuiste le bastaba con abrir una coca con los dientes y tirarse a la pileta de cabeza. El mundo era tan sencillo que se dividía entre amigos y enemigos. Amigos eran el caballo de Alan Ladd, los alfajores de dulce de leche y las tapas de El Gráfico donde salía Ernesto Grillo. Amigo también era el Mambrú, un perro loco que le ladraba a la luna de la calle Charcas. Cuando uno es niño es uno mismo y lo sabe todo. Pero hay un momento en que deja de serlo para convertirse en lo que los demás quieren que seas. Ese es el momento en que se te caen los dientes de leche y se te trastorna el alma. Pero mientras tanto eras feliz. Requetefeliz. Yo perdí la requetefelicidad cuando el Mambrú mordió a un bombero y le pegaron un tiro en el oído: BAM! Yo no lo oí. Lo escuché. Me parece que el tiro me pegó a mí en alguna parte y por ese agujero se me escapó la requetefelicidad. Si el lector no entiende esto, más vale no seguir escribiendo. Claro que si yo no hubiera sido un niño requetefeliz en lugar de escribir sobre el día del niño estaría escribiendo sobre el día del perro.

Pibes
Los ves caminar por la ciudad con las manguitas cortas, el pelo duro y una mirada que sólo responde a los estímulos del miedo. Atraviesan la puerta del café como sombras de sí mismos y a lo sumo te tocan el hombro o te ponen la mano abierta a la altura de la cara. La sub infancia cordobesa ha cambiado de sistema. Ya no vende aspirinas ni ofrece estampitas. La sub infancia ya no habla, no protesta, no agradece. Su única preocupación es que el mozo no le ponga la mano encima, que no llamen a la cana. También los ves por las esquinas deambulando... algunos todavía llevan chupete. Manos de obra barata, inocente, manejable. Los menos inspirados luchan entre sí por abrir las puertas de los taxis. Córdoba no tiene mucho respeto por sus niños. Los ves a media noche por Chacabuco buscando algún lugar para ver la tele. Cualquier lugar les viene bien: tumbados en mitad de la vereda, subidos a un árbol, sentados sobre el techo de una chata. Ni se portan bien, ni se portan mal; no meten ruido, no dicen nada. Ven a Tom y Jerry y no se ríen, ven a Fito Páez y no cantan. A veces les das un puñado de monedas y lo reciben como quien recibe un puñado de viento. Todo forma parte de un mismo endurecimiento, de una misma rutina deshumanizada. Un día cualquiera se levantan hombres y ya nunca más volvemos a verlos.

Ferroviario
Cuando mi papá entró a trabajar al ferrocarril Belgrano tenía 17 años, jugaba en las divisiones inferiores de Talleres y soñaba con convertirse en el rey del sábado a la noche en el club Alas Argentinas. El primer día de trabajo se embutió en un mameluco azul marino, deslizó una llave inglesa en el bolsillo secreto de su pierna izquierda y se presentó a la guardia creyendo que le iban a confiar la dirección del expreso Mar y Sierras. Pero no fue así. En lugar de confiarle la custodia del país al frente de una locomotora lo pararon delante de un torno que escupía 25 arandelas por minuto. De tanto fabricar arandelas, papá acabó fabricando un anillo que calzó en su dedo meñique y que llevó durante toda la vida con la misma dignidad que el rey Arturo. El anillo le sirvió para enhebrar cientos de boletos, para acariciar largamente el río de pelo de mi madre y para pelear contra la justicia arbitral en San Francisco aquella vez que perdieron un campeonato por penales. Papá decía que un país sin trenes era como un niño sin padre y que un niño sin padre era como un hombre sin anillo. A que no saben qué encontré esta mañana en una caja de madera de cigarros Partagás? A que no adivinan qué me puse en el dedo meñique para caminar por la ciudad? A que no saben en quién estoy pensando mientras por primera vez en mi vida escribo llorando en una máquina que suena como sonaba el expreso Mar y Sierras: tracatrá, tracatrá, tracatrá...

Otoño
Arrastrando la hojarasca a razón de cinco nudos por hora el viento se desliza por el callejón central del Parque Sarmiento. Años atrás las juntábamos a las hojas, atrás del zoológico, cerca de la leona. Creíamos que recogerlas era una especie de profesión, que Dios nos veía; que éramos maravillosos y que así sería durante toda la vida. Pasábamos el día entre las hojas muertas jugando como animales. También había chicas... muchas. Nos gustaba hacerlas rabiar. Si una se inclinaba demasiado y mostraba una mínima parte de su cuerpo gritábamos todos: oe, oe, oe, oeeee...!!! Entonces salían corriendo, todas. Había una chica llamada Nelly Nelly que solía agacharse más de la cuenta y que no corría cuando gritábamos. Nelly Nelly no usaba medias y todo el mundo le tenía mucha simpatía. Las hojas muertas del parque Sarmiento eran todas iguales entre sí y todas diferentes. Las conocíamos por las formas y por el ruido: algunas sonaban como el papel celofán; otras como los pasos del león de Francia cruzando la hojarasca de la novela. Otra cosa que nos gustaba era atravesar las parvas haciendo surcos con las championes del 34. Las hojas estaban en todas partes, hasta guardadas en los libros de amor de la biblioteca, la biblioteca Velez Sársfield. Los libros de amor pesaban una barbaridad. Tenían el lomo excesivamente gastado y despedían un inquietante perfume a lavanda. Nelly Nelly también. Tanto nos enloquecía juntar las hojas muertas como desparramarlas, recogerlas a puñados y arrojarlas al aire... sobre todo al aire que ellas respiraban. Al atardecer nos tirábamos sobre el pasto y hablábamos de Nelly Nelly mientras veíamos pasar el universo. Las hojas de los árboles, como gotas de lluvia, caían sobre nuestras cabezas. Aunque no lo decíamos, sabíamos que alguna vez todo se iba a terminar, que dejaríamos de jugar como animales y que no volveríamos a vernos... incluyendo a Nelly Nelly. Las hojas, en cambio, seguirían cayendo como ahora.
Escritores
Escritores, escritores!! Queríamos saber quiénes, cuántos, cuáles eran, dónde estaban, cómo eran, qué leían. Eran escritores, por ejemplo, aquellos señorazos que una vez al mes se reunían para intercambiar sonetos alrededor de un flan con crema y delante de un espejo? Los chicos que sacaban la lengua mientras escribían: mamá amasa la masa eran pequeños, medianos o grandes escritores? Era más o menos escritor que Dostoievsky el redactor de La Voz del Interior que en una sola tarde se ocupaba del avión de Charles Lindon y de los caños de obras sanitarias? Hacer críticas de cine era escribir? Valía escribir sin H, como Cesar Vallejo? Había que llevar el pelo corto o largo? Había que llorar para escribir? Caminar, flexionar, silabear, enloquecer? Los diptongos eran leales o rebeldes? Alcanzaba con haber escrito un solo libro? Con haber querido y no podido? Todo eso nos preguntábamos mientras nos apropiábamos de la ciudad con zancadas imperiosas. Jóvenes peludos e inmortales que acabábamos inevitablemente apilados ante las servilletas de un bar escribiendo con canilla libre, acuchillándonos por dentro, dejando correr la verdad, la rabia, el idioma, la ciudad. Diez, veinte, treinta años más tarde, daríamos un ojo de la cara por poder conmemorar el día del escritor leyendo sin leer alguna de aquellas servilletas irrecuperables.

N. del R.: Daniel Salzano es cordobés, escribe en el diario La Voz del Interior (los artículos precedentes fueron extraídos de ahí mismo), publicó libros y dio charlas...
Si alguna vez lo vieron, díganme si no es el tío bueno que nunca falta en cualquier familia.

6 de junio de 2005

From the grave

Hoy, vino una mañana de espesa niebla. El techo baja hasta mi lecho y el sueño se adhiere a cada célula, congelando toda actividad de esta piel cansada y húmeda. Sólo siento a través del único sentido que me queda: el saber que estás del otro lado de esta espesa pared. El resto de las cosas aparece adherido a la llovizna fría y gris que se abate sobre todo cuerpo que hoy pueda rodear el mío. Las piedras del piso, las piedras del horizonte a un palmo de mis dedos, las piedras de un cielorraso inminente que condensan mi extinta respiración y chorrean tu nombre hecho vapor. Las grises algas, el lúgubre terciopelo verde del moho entre las grietas, el cansancio de los párpados sellados por el peso del ambiente. La electricidad latente, asediante en cada imperceptible movimiento celular, erigiéndose reina por una eternidad, con el frío como aliado. Mi boca habla con mi cabeza en un lenguaje viscoso donde una única palabra se repite y es la que acabo por olvidar. El espeso y tedioso diálogo me informa que por fin seré expelido, y que mi sangre pronto comenzará a depositarse espesa y helada en las cavidades finales de mis espaldas, allí donde hoy moran los tentáculos silentes de la soledad sepulcral. Mis manos quieren atravesar el cuerpo espeso de la niebla, pero sólo consiguen clavar mil arpones de ácido láctico en cada nervio involucrado. Mis ojos quieren ver a través de esta nueva cortina mojada de pasmoso volumen, pero la mirada llega hasta el mero confín de unos párpados grises, surcados de secos e inertes capilares. Mis pulmones se llenan de fango de manera involuntaria, constante y eterna y alimentan mi piel con residuos de carbón. El tiempo existe no más que en un vago concepto de antes y nunca más. Creo entender ahora la eternidad de la que hablaban los sacerdotes de la fe. Y creo entender el error de sus temores. Acá, envuelto en sucesivas capas de gasa pegajosa y barro eterno, nace y crece la noción que les faltaba. La noción de un cuerpo que al fin vuelve al seno matriz. Al fin, suelten la última palada de barro sobre esta nave hacia las entrañas de Tierra. Suelten la última gota de lluvia desde la grama hacia aquí. Que cuesta llenar el espacio que dejaron los recuerdos. Que es frío y gelatinoso lo que queda en mis ojos, que es yermo el territorio donde vagaban en paz tus manos. Que ya no responden mis brazos para escarbar la luz, que no obedecen mis piernas, que ya callaron las ideas. Suelten por fin la lluvia de los últimos días que ya no daña, más redime, y lava la conciencia de lo que pude haber sido... a lo que finalmente seremos: agua, tierra, aire. Lluvia, barro, viento.

1 de junio de 2005

Yes I will...


crudo(3)


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I want to take his eyes out
just for looking at you.
Yes I do.
I want to take his hands off
just for touching you.
Yes I do.

And I want to rip his heart out
just for hurting you
and I want to break his mind down.
Yes I do.

And I want to make him regret
life since the day he met you.
Yes I do.
And I want to make him
take back all that he took from you.
Yes I do.

And I want to rip his heart out
just for hurting you
and I want to break his mind down.
Yes I do.


(Quiero sacarle los ojos
solo por haberte mirado...
sí, sí...
Quiero sacarle las manos
solo por haberte tocado...
sí, sí...

Y quiero arrancarle el corazón
por haberte herido
y quiero que enloquezca...
sí, sí...

Y quiero que reniegue
de la vida
desde el día que te conoció...
sí, sí...

Y quiero que devuelva todo
lo que te tomó de vos...
sí, sí...


Y quiero arrancarle el corazón
por haberte herido
y quiero que enloquezca...
sí, sí...)


Nickelback

26 de mayo de 2005

Volver

Vaya uno a saber lo que pasa con volver
Si volver en realidad no es un reencuentro?

Coqui Valles


brujula

Están quienes pueden decir que este tipo de cosas no se heredan, pero siento que esta nomadez que caracteriza mi vida está ínimamente relacionada con el estilo gitano de vida de mis viejos, en particular el de mi padre. Hace un rato leí un post de un blog en el que la autora decía lo bien que se sentía "ser" de un lugar, de un barrio, tener las raíces tan profundas en un pueblo, indagar en tantas generaciones y moverse siempre en el mismo sitio, con diferencia de cuadras; que uno es reconocido no solo por sí mismo sino también por ser hijo de tal y nieto de cual, sobrino de fulano y primo de menganito y así por las ramas de las ramas, amén. Y es que lo veo tan opuesto a como yo lo siento o sentiría si, por ejemplo, volviera al barrio de mi infancia (uno de tantos!). Estaría caminando de incógnito total y no me haría falta dejarme la barba o ponerme anteojos! Habría que ver si yo mismo soy capaz de reconocer las casas, las calles y las gentes. Una vez volví después de 7 años (entonces tenía 14) a mi primer barrio y fui a la casa de Fernando, un compañero de colegio con el que jugábamos a la pelota dentro del garage porque no nos dejaban salir a la calle a jugar (era una época jodida, en el 74 mi viejo era cana federal y Buenos Aires era zona de guerra). Llamé a su puerta, atendió la madre, pregunté por él, Ya lo llamo, dijo mientras se terminaba de secar las manos con el repasador. Apareció Fernando. Si? Hola, soy Gabriel, de la otra cuadra, te acordás? No. Del tercer departamento, frente a la escuela, allá... No, para nada. Jugábamos acá al lado, donde está el auto... No. Bueno, chau. Chau. Después de eso tampoco quise ir a la casa del amigo de mi tío que me enseñaba a andar en bici, ni ir a sacarle la lengua a la vecina de mierda que no me dejaba pisar su vereda porque la acababa de baldear, ni volver al baldío donde un 25 de Diciembre se me perdió de forma definitiva y catastrófica un catalejos con 15 minutos de uso.
Pero si fuera por volver pasaría un buen tiempo y debería invertir unos buenos mangos en viajes. Debería ir a mi primer barrio en Lomas de Zamora, del cual no tengo registro alguno dada mi tan corta edad; volvería a Quilmes, a la casa de mis abuelos donde debo haber pasado unos cuantos buenos momentos porque cada tanto tengo fugaces visiones y son todas lindas: tirarme sin clemencia sobre la espalda de mi tío que hacía de Tornado mientras yo, con el delantal de mi abuela imitaba al Zorro, visitar a Frida mientras recolectábamos huevos del gallinero, hacer temerarias expediciones a los baldíos vecinos.
En Temperley el mundo se limitaba a la cortada tras la escuela, al campito de la otra cuadra y a veces, solo a veces hasta la feria, calle arriba (o abajo) creo que por Indalecio Gómez. Los viajes de compras a la Coopol (o algo así) eran como cruceros de placer por altamar. Por lo demás, estaban Juan y su esposa, los vecinos del fondo, la famosa Choli del departamento de adelante reemplazados más tarde por mis abuelos; Narciso, Alicia y Diego, de la otra cuadra y pará de contar al menos para mí.
Si es por volver, volvería también a esos lugares por los que a veces paso pero no me detengo porque entre otras cosas ya no sería lo mismo, la casa arriba del correo y el banco y los sellazos que "decoraban" cada jornada, la casa de los fantasmas en medio de la loma y las excursiones al tanque de agua o al camino de alcornoques del hotel Altos de San Pedro... y ya que estamos le pegaría una cagada a palos a Hernan y a su hermano por todo lo que me hicieron sufrir esos años.
Tendría que volver a compartir la casa con esos estudiantes del secundario técnico venidos de La Rioja, del Chaco; las tardes en bicicleta o saqueando árboles de quinotos en el barrio de la Estación, los partidos en los clubes; chiflaría a Topper desde la salida de la escuela y él vendría como siempre, corriendo alegre y me acompañaría a casa; iría a comprar manteca a La Palmira, volvería a recorrer el cauce de las acequias hasta los límites del pueblo, y volvería a pasar por la casa de Desireé mientras ensaya sus eternas escalas en el piano.
Volvería a la cortada Islas Baleares, a escuchar radio el día entero, a las charlas con  mi prima Fabiana, los paseos del domingo hasta la ruta 9, y a romper las bolas en los ascensores de los monoblocks.
Pasaría unos buenos momentos otra vez en la casa de barrio El Cóndor, en el cuartito del fondo donde experimentaba con equipos de radio y audio o los desayunos oscuros y de madrugada para viajar luego 30 km en bondi a las 6 de la mañana para ir al colegio.
Volvería a la casa al lado de la estación de servicio, disfrutaría del balcón y volvería a organizar jodas los sábados a la tarde por el solo hecho de juntarnos para armar las luces y los equipos y escuchar Pink Floyd; o a encerrarme con L. en la pieza cuando se hacía la rata de la hora de gimnasia y a mi vieja no le gustaba un carajo, jeje.
Echaría a patadas al doctor y sus reformas en la casa atrás de la heladería y volvería a formar Conexión Bolivia.
A veces vuelvo a la casa de San Alfonso, pero no puedo entrar todavía porque está alquilada. Pero aún así... entrar y verla vacía y escuchar el eco de los pasos solamente es algo muy desagradable. Tanto como la vez que estábamos casi todos y vino la gente que había comprado los muebles y se los llevaron.... se los llevaron, entendés? O sea: sobre ese aparador estuvo siempre el Winco donde escuchaba por horas a La Pantera Rosa, Gaby Fofó y Miliki, Meteoro y los discos de Jazz de mi viejo o los de Creedence de mi vieja; alrededor de esa mesa que se estaban llevando vimos no se cuántos mundiales, discutimos no se cuántas veces, comimos pizza de mi vieja otras miles...
Al día de hoy llevo 23 mudanzas en 37 años. Creo que nunca voy a poder decir "esta es mi calle" o "este es mi barrio" o "esta es mi casa". Eso será bueno o malo?