29 de noviembre de 2005

Sorry, we are...

18 de noviembre de 2005

Post


Las tormentas de Noviembre. Los chicos de la calle. Las monedas. Los perros vecinos. Los amores no correspondidos. Yor y Nahuel. Las hermanitas B. y N. Marie. El faro. Las lágrimas. Un disparo en la cara. Otra moneda. La bajada de la calle Córdoba. Sandra. Las visiones previas y las premoniciones. Los pedacitos. Pappo y el blues eterno. Las noches de Temperley. Mis deudas. Buenos Aires. Alanis. Los helados. El secundario. Angelina. Mis viejos y mis abuelos. Tornado. Juan. Laura y el tomatito. El/ellos/todos. MVMP. El barro. Los trenes. Los escritores. Salzanitos. Pink Floyd. Soda y la caja negra. Barney y sus amigos. La mareada. El acantilado. Gabrielle, my sweet sister. Luciano y el Fitito-Tunning concept. Mi primer libro y está el Liquid Ambar. El fantasma. La casa embrujada de Valle del Sol. Mi tío Daniel. Llegamos a Villa Giardino / y nos pusimos a caminar / buscando una Coca Cola / para calmar nuestra sed. Layla y lo demás no importaba. La torta de cumpleaños. G.I.T. Zona Calma. Deborah. Vera. Mery. Kico. Ana. Los flippers. Valito. Belen. Cin. Adriana. La Cumbre. El lado oscuro de la luna. El caos. Dolina. Buenos Aires.

Algunos estuvieron siempre, otros se fueron. Algunos no estuvieron nunca, otros los olvidé. Algunos me olvidaron, otros ni conocí.
"Gracias" a unos y otros. "Lo lamento" a unos y otros, llegado el caso.
Una vez Graciela Ramos me dijo: el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Me ayudó a zafar de Química de 4º y me bautizó para siempre Hg.
Los quiero tanto! ...aunque no lo noten. Ojalá algún día pueda demostrarlo como se lo merecen.

13 de noviembre de 2005

Feels like home

Volver a vos es volver a casa. Es volver a recorrerte, perderme en mil historias diferentes, reconocer tus huellas en las caras de otros hombres. Es charlar con vos en voz alta, sentado en un café sin temor a las miradas indiscretas: nadie se sorprende ya de un loco hablando solo. Volver a vos es volver a perder de vista los amaneceres y los ocasos, es descubrir la luna cuando ya no hay más remedio, por inalcanzable, por gélida y arrogante.
Volver a vos es sumergirme otra vez en el vértigo de tus días y en la alocada carrera de tus noches. Es no tener otro minuto siquiera, para contarte y preguntarte, para aferrarte y dejarte ir, para seducirte y rendirme a tus pies, para tentarme y esperar que me pruebes. Volver a vos es esperar que me llames y no me dejes ir otra vez; es sentir que me necesitás aunque todo sea mentira y acabemos reconociendo, en los escasos silencios, con un susurro, que quien necesita de vos soy yo.
Volver a vos por unas horas no me alcanza. Volver a vos no deja de ser otra forma de extrañarte cada día más; es querer que el tiempo se detenga y que sin embargo siga; es notar todo lo que cambiaste todo este tiempo y cómo igualmente seguís siendo la misma, la anhelada, la cuna y la tumba.


La mañana lanza llamas
desde su herida, débilmente.
Caleidoscopio de ciudad y vos tan sólo,
tu ropa está vacía.
Y tan lejos del hogar estás que todo sueño duele más.
Y ya no hay forma de recomenzar.
Los gorriones se suben a todo armiño luminoso.
Tango de caras, organillero distinto
sentado en la avenida.
Y ya nadie te escucha nunca.
Desolado el hombre perdido
entre camionetas quemadas en aserrín
habrán marcado su mirada como a una huella
y ésta siempre se diluye como ojos, barro, cielos, todo...
Bajo Belgrano, amor ascendente,
es ella quien te busca donde vos no estás.
Y es que toda tu canción persistirá
siempre, siempre, y hasta en el turbio río...
Horizonte, litera de casas,
perpetuo remolino y mediodía distante
y vos estás tan sólo, loco, iridiscente
tu ropa está vacia.
Y ya nadie te escucha... nunca.
Todos dicen que quizás el amor vuelva un día
si es que este muro se logra derribar.

7 de noviembre de 2005

Tratado de música y afines - Ives Castagnino

Capítulo I - Nociones preliminares
Es necesario evitar que el arte caiga en manos de los canallas. No hay peor desgracia para la humanidad que un artista perverso. Yo he conocido a algunos de ellos. Poseen la técnica y los secretos de la música. Son diestros pero la maldad contamina toda su obra. Observe el alumno lo que voy a señalarle: la obra no puede ser mejor que el artista. Nuestros valsecitos se nos parecen. Una milonga tocada por un canalla es siempre canallesca, por más acordes que tuviere.

Capítulo CXVI - Inexistencia del melómano
Casi todas las personas garantizan, al ser interrogadas, su gusto por la música. Resulta muy difícil, por no decir imposible, dar con alguien que aborrezca cualquier expresión musical. Sin embargo, me atrevo a asegurar al alumno que la humanidad miente. La música no le gusta a casi nadie. Lo que en verdad gusta es aquello de lo que suele venir acompañada, las atracciones anexas de las que se vale para cautivar a las muchedumbres.
Estamos hablando de las luces que iluminan a los cantantes, de los trajes que éstos usan, de su apariencia seductora. Estamos hablando del efecto hipnótico del baile y de cualquier repetición de movimientos. Estamos hablando de las letras de las canciones, de la doctrina que suele acompañar a los géneros, de su simbolismo político. Estamos hablando de las mujeres que es posible conocer en los conciertos, de la fama que consiguen los que cantan, de los escándalos que protagonizan, del deseo que surge en nosotros de irnos a la cama con una estrella. Pues bien, son estas cosas y no la música lo que la gente ama.
Los maestros suelen enseñarnos a disfrutar de las grandes obras explicando el significado de ciertos efectos musicales. Esas notas graves en mitad de la Polonesa son en verdad los soldados rusos. En la obertura 1812, algunos críticos ven un parte de guerra de la batalla de Borodino. El tango El amanecer está lleno de violines que imitan a los pajaritos. Tengo malas noticias: la música no consiste en relatos ruidosos. La música no alude a nada. Puede existir aún sin el Universo, no necesita nombrarlo ni dibujarlo. Puede existir sin espacio (quién puede señalar el costado izquierdo de un vals?). En realidad solo necesita tiempo.
Adivino que el alumno lector ya se habrá puesto a la defensiva y pretenderá ocupar un lugar entre los escasísimos melómanos que existen. No mienta, alumno! A usted tampoco le importa la música. Me imagino que el despecho habrá de despertar en el discípulo el deseo de acusar al autor de estas líneas de pertenecer él también a la oceánica legión de indiferentes. Pues es verdad, no me importa la música.