27 de octubre de 2005

Toby's



Llovía. Tanto como hoy. La luminosidad del día no cambió prácticamente desde que asomamos nuestras narices por un instante hacia afuera hasta que por fin cada uno a su casa. Empezó en tu casa, creo que éramos los de siempre por esos días. Después nos fuimos a BonCon, hablando de bueyes perdidos. Eran los tiempos de descubrir los mensajes ocultos en las canciones de Led Zeppelin y hasta de Porchetto, eran los tiempos de los guiños cómplices y de no entender qué hacías conmigo. Bueno, después lo supe: fue un arranque del momento, pero estoy agradecido. A vos y a quien unos días antes me había dicho -así muy entrelíneas- que no le gustaba el papel que le había tocado porque tanto vos como yo éramos personas a las que ella quería mucho y no le gustaría que por este asunto de alguna forma saliéramos lastimados. Estas historias siempre parecían tener la ineludible fatalidad de lastimar, nunca supe por qué. Pero no nos lastimamos: ¿qué daño se pueden hacer dos adolescentes que se besan y apenas se asoman al mundo, vestidos de blanco por dentro y por fuera, obnubilados por utopías y la idea novel de un país que despertaba, y la libertad añorada pero sostenida por sutiles cadenas familiares? Y así como estábamos, sumados tu mamá (sí!! tu mamá), su amiga y un par de primos y novios y novias oficiales más, partimos para el pueblo vecino. Me acuerdo que las mujeres iban en tu Fiat1500 y los hombres no me acuerdo en qué. Y nos metimos en Toby's y nos refugiamos en los sillones o en el centro de la pista, pero nunca nos perdían pisada y eso me divertía. Y en medio de todo la música, cuando nos dábamos lugar entre besos, entre risas y promesas vanas. Y cuando a la madrugada ofrecieran el desayuno a aquellos que se animaran a quedarse hasta el amanecer, vos y ella, pidieron cambiar otra salida, en algún otro fin de semana por el desayuno en Toby's y que la magia siguiera unas horitas más, que ya habría tiempo en los días por venir, para dormir y soñar con una noche larga. 
Y nos quedamos tomando chocolate y viendo la lluvia caer en el jardín, y los primeros domingueros que salían a comprar facturas o el diario mientras ellas, las "grandes", sentadas en la línea de sillas me hacían acordar a los bailes que mi viejos me contaban, donde las mujeres se sentaban a la espera del cabeceo salvador. 
Y descubrís que amor es más que una noche y juntos ver amancer, eso decía García. Claro que la noche fueron sólo besos fugaces y a escondidas y que ver amanecer fue una forma de decir porque creo que el sol salió recién como dos días después, cuando el colegio cada uno y en pueblos distintos y realidades diferentes. 
Una escalera al cielo fue el comienzo del final, y yo no sabía qué más hacer para sostener algo que nunca me había propuesto y que se me notaba a la legua que me quedaba enorme. Nunca tuve la oportunidad de preguntarte qué pensaste de todo eso, ni se si alguna vez voy a poder... es más: apuesto a que ni te acordás. Mientras tanto, esta poca luz del día, este frío y este aroma a café con leche con medialunas de este bar perdido en el centro, esta lluvia que no para de caer y "cuando vuelva del cielo te voy a estar llamando". 








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1 comentario:

María José Schamun dijo...

No creo que no sea acuerde... Es lindo compartir secretos con un extraño en la ciudad. Es lindo saber que así como vos pensás en aquél día, ella también, aun cuando no sea el mismo día a la misma hora...