2 de septiembre de 2006

Viento en Colón

Los policías en la puerta del súper de Colón y Sucre, el sol cayendo a pleno pero débil, bien de Julio, las calles vacías, las veredas deshabitadas, un par de perros solitarios y dos o tres taxis aburridos, una moto verde flúo en el lobby de un edificio, metida a escondidas del portero, el olor a facturas de la panadería o el olor a yuyo exótico de la santería, los troles que cruzan con chasquidos eléctricos las esquinas desorientadas de invierno, la ciudad toda para nosotros, las galerías desiertas, cerradas y con las rejas puestas, un guardia enfurecido blandiendo una linterna, silogismos, Pert y CPM, tu boca sin lógica binaria, mis manos, logaritmos, Mercedes Sosa ofreciendo prestado el corazón de Fito, el único asensor que parece funcionar es éste, ay, no! ésta no es mi noche, la resonancia de mi voz en esa esquina del living, Kobito's group y el logo del dinosaurio, salchichas con puré y de postre tarta de frutillas, el sol de la siesta pegando en el ventanal, pizza-Risso, Bena lince, luz baja, polenta con paloma, los álamos, play back, virus culín en la declaratives section, tus lágrimas, mi abrazo, lo que nunca fue, lo que pudo ser, el patio del piano bar, dentro y fuera de mí los subterráneos, un llavero volando, la pecera, Mc Gyver...

Ella camina desolada por las desiertas calles de una ciudad seca. Nadie lo nota, pero las mariposas amarillas que la rodean confunden sus ojos con luminarias, perecen en ella y se condenan. No es éste su lugar y se entiende: nadie es de la ciudad que te rompió el corazón.

Y sin saber que quizás a unas pocas cuadras, la mujer, sus mariposas y demás circunstancias, llego yo con cierto temor a la esquina de Sucre y Santa Rosa. Las manos cambiaron, los comercios cambiaron, nuestros rostros cambiaron, nuestro futuro cambiará, nuestro presente ya no es el mismo, but the memory remains...
Pudimos tenerlo todo y elegimos no tenernos el uno al otro. Creo que todo pasó aquella tarde en que, desprevenidos doblamos por Colón a la hora de la siesta y el viento del oeste nos dio de lleno en algún lugar del alma, se llevó los planes y nos voló los intereses en el otro. Desde esa tarde, nunca volvimos a ser los mismos o tal vez sí y justamente dejamos de actuar nuestros personajes y volver cada uno a su querencia.
Ojo con los vientos a la hora de la siesta en Julio por la avenida Colón... suelen traer consecuencias imprevisibles.

5 comentarios:

Mery dijo...

Deja Vú!

Uninvited dijo...

Ah mirá!

Alex dijo...

nadie es de la ciudad que te rompió el corazón...Me encantó al frase, me encantó el post.

Uninvited dijo...

Y sin embargo, sabés qué? Eso lo escribi hace poco más de un año y claro, en ese momento los sentimientos eran así.
Rosario (no fue ella, la ciudad en persona, pero sí ofició de ámbito propicio) me rompió el corazón, si se permite la metáfora, pero gracias a una suerte de combinación sanadora, hoy vuelvo a mirarla con el amor de siempre, o más. Se puede ser de la ciudad que te rompió el corazón, ahora lo veo así.
Perdón por llevar la contra, pero como que uno va aprendiendo, no? :P

Mariela Palmeri dijo...

a mi esta ciudad me rompe el corazón
me lo recauchuta
lo enamora de nuevo
y es la historia de nunca acabar
pero es imposible no quererla
hasta el viento en la colón a veces es entrañable

besos Gaby