30 de diciembre de 2006

Puré de barrendero

Tomaste mi peor acto como punto de partida. Sostuviste en una mano tu sentido de lo que debe o no ser la moral; en la otra, mi ideología (buena o mala pero mía), la ojeaste de un lado y del otro en apenas unos segundos, me pelaste como a una papa, me metiste en el horno y cuando estuve a punto me hiciste puré.
Qué lindo comienzo!
Está bien... se supone que así es como debo salir a la “calle” y enfrentar lo que venga.
Es buen ejercicio conocer monstruos, dijiste.
Es humillante ser monstruo. Es humillante ser ejercicio. Es lo que me tocó en suerte.
En tal condición, sólo voltearé mi mejilla y esperaré que el viento cambie de dirección.

Primero en la lista de “tengo que” para este año: Aprender a callar.