22 de agosto de 2007

Mensajes en botellas



Hay una canción de The Police que habla de un tipo, de un náufrago, que un día se le ocurre tirar al mar un mensaje en una botella.
Al día siguiente sale a caminar por la isla y no puede creer lo que ve: cien mil millones de botellas cubriendo la playa. "Parece que no soy el único que se siente solo, cien mil millones de náufragos están buscando un hogar".

Hoy tiro este mensaje en una botella.
¿Te animás a dejar el tuyo?
Seas quien seas, con tu nombre o sin él, con un pedido filosófico o un grafitti de baño de estación, un simple "Hola, pasé por acá", lo que se te ocurra, si querés tirar más de una botella... lo que quieras, pero tirá la tuya.
¿Querés llegar a la misma playa con todos nosotros?
Al final, quemamos todos nuestros mensajes en una fogata enorme así suben al cielo, mientras nos quedamos cantando una que sepamos todos.

¡Dale! ¡Animate! = o)








16 de agosto de 2007

Black - Pearl Jam








Hojas de lienzo vacías, láminas intactas de arcilla
esparcidas ante mí, como su cuerpo, una vez.
Los cinco horizontes orbitando alrededor de su alma
como la tierra alrededor del sol.
Hoy el aire que probé y respiré ha dado un giro.

Lo que le enseñé fue sencillamente todo
y se que ella me dio todo lo que usó.
Hoy mis agrias manos se restriegan en la nebulosa
de lo que alguna vez fue todo.
Todas esas fotos ennegrecieron
tatuándolo todo.

Salgo a dar una vuelta
estoy rodeado de chicos jugando,
puedo sentir sus risas, y entonces ¿por qué me siento marchitar?

Y estos pensamientos retorcidos que me dan vueltas en la cabeza
girando y girando

Qué tan rápido se puede caer el sol?
Hoy mis agrias manos mecen los cristales rotos
de lo que alguna vez fue todo
Todas esas fotos ennegrecieron
tatuándolo todo.

Todo ese amor malogrado tiñó mi mundo de negro
tatuando todo lo que veo, todo lo que soy, todo lo que seré.

Se que un día tendrás una hermosa vida,
se que serás un sol en el cielo de otro
pero ¿por qué?
¿por qué?
¿por qué no puede ser en el mío?










7 de agosto de 2007

Nube nueve

Son esas cosas que muchas veces... bah, siempre, disfrazamos de alegría. Decimos ¡uh! ¡Que bueno! ¡Por fin me pasa a mí! Y andamos por la calle con una sonrisa de oreja a oreja, pisando en partes, nos sentimos en la nube nueve, todos los ojos son sus ojos, todas las melenas son su melena, todos los perfumes son su perfume, todas las palabras son sus palabras y los recuerdos son algo que apenas pasó hace un rato, los recuerdos son frescos, relucientes, a todo color y con sonido 5.1 sorrounding and dolby nr.
Es así que empezamos a sentir que las distancias no existen, que las diferencias sociales y culturales solo se notan en los noticieros (que por cierto, dejamos de ver y lo cambiamos gustosos por un programa donde enseñan a cocinar manjares o a decorar tu casa como el más tibio de los refugios). Nada más importa, que no sea el próximo encuentro, que no sea el siguiente regalo; y nos vemos en lugares que antes ni soñamos siquiera, eligiendo uno de esos libros que compraríamos solo para nosotros, pero sabemos que en mitad de una página perdida, casi al final, hay una frase que es nuestro secreto, entonces este libro es para ella y no voy a marcar la página, voy a dejar que ella la descubra, y creemos que lo primero que hace apenas empieza a leer es encontrar esa frase. Así es que imaginamos su llamada y su voz que se impone sobre la estática y la falta de antena porque vos viste, estos telefonitos que antes nunca andaban ahora sí, porque la magia está en el aire, porque ahora todo es posible y porque en definitiva, las estrellas y los dioses trazaron este camino por donde llega su voz y nos dice justo justo esa frase que elegimos, esa marca que nunca hicimos en el libro, pero que está.
Un día nos sorprendemos escribiendo su nombre en un rincón de una hoja, tal vez mientras hablamos por teléfono de trámites o charlas sin sentido con familiares o amistades que de repente son extraños. ¡Claro! ¡Si el mundo tal como lo conocíamos acaba de desaparecer! ¡Si nadie más importa! Nada ni nadie existe si su mirada y su conocimiento no lo inauguraron. Vamos charlando con ella aunque estemos a kilometros de distancia, le vamos contando de nuestros lugares, de nuestras cosas, de nuestros detalles, de toda una vida previa que nos perdimos de recorrer juntos. Desayunamos en un bar y pedimos lo que ella toma, cambiamos nuestras medialunas “me-cago-en-Cormillot” por una barrita de cereal, nos levantamos temprano para compartir un amanecer, vamos al parque, a la costa, o donde estemos en ese momento, salimos afuera y le dedicamos la luna por sms y si me mandás un beso en los próximos cinco minutos le pongo tu nombre a esa constelación que acabo de inventar y tiene la forma de tu cintura (pero ella sabe que somos como Sprayette, que aunque no llames en cinco minutos el extra te lo "regala" igual).
Y son esas cosas que un día nos agarran de sorpresa mientras esperamos que un semáforo se ponga en verde. Nos damos cuenta que hace un año estábamos tal vez en esta misma esquina, afiebrados de ansiedad, con la camisa que a ella más le gusta, con una novedad sobre el trabajo, sobre el cambio de trabajo, sobre un puterío de un amigo que se mandó una cagada con la mujer, no importa.. cualquier cosa era un tema, cualquier tema era la excusa, cualquier cosa era conversable, entre sábanas, almohadas, café humeante y voz baja. Hace un año, decía, nada nos hacía pensar en este vacío, en esta desolación, en estas ganas de nada, en este cielo negro de un julio interminable y helado. No era posible, no era creíble, era irreal que el teléfono un día dejara de sonar, que la casilla de correo estuviera vacía, que su mirada viajara lejos las pocas veces que nos veíamos, que sus manos se enfriaran de tal modo, que sus labios hubieran muerto, que su cuerpo nos pareciera extraño.
No era cierto que un día, al mirar a una mujer (tan pero tan parecida a vos) subiendo a un taxi en Libertador y Juramento, iba a tener que parar el auto (no importa donde, no importa si me pisa un colectivo o me putea un taxista) y llorar como hace años no lloraba. Porque esa mujer tan pero tan parecida a vos, capaz que es feliz como vos y yo fuimos, digamos hace un año. Esa mujer tan pero tan parecida a vos acaba de darse vuelta fugazmente para poner algo en la luneta trasera del taxi y su rostro resplandece como el tuyo aquella tarde. Y seguramente esa mujer está pensando en que el resto de la gente, el mundo allí afuera, no sabe nada, no entiende nada, ni es capaz de percibir lo feliz que es, ahora que mira un poco más atrás, a unos metros de la esquina, y un hombre, bastante parecido a mí, un poco más flaco, confesémoslo, la saluda con una sonrisa, se levanta el cuello de la campera polar y se vuelve por Juramento sin mirar por donde camina, con los ojos y el alma puestos en ella, que también saluda y sonríe. ¡Dios mío! ¡Cómo sonríe!


N. del A.: Gracias a M.F.F. por la inspiración y a C.B.G. por las oportunas correcciones y el título "Harrison a full" ;-)







1 de agosto de 2007

Él y yo

No es solo el frío que hace afuera, no es solo la luz que falta en un mediodia perdido en medio del almanaque, no es la típica soledad de todos los dias a la que uno siempre se termina acostumbrando. Es un vacío más complejo, es una angustia más intrincada, es una desazón y una congoja que creció como una enredadera y hoy me asfixia los muros, las alas, hasta los jardines de gente, allí donde todos florecen pese al invierno y las tormentas.
Hoy necesito un cuarto de luz, cortinas amarillas, almohadones, la música de tu risa y la sabiduría de tus palabras.
Hoy necesito un instante de claridad, una llave con dos caras, una linterna para el infierno de este pasillo, la campanita que me guíe, la estrella principal de la constelación de tus ojos, una ventana abierta y una puerta cerrada.
Hoy me necesito como nunca y corro apurado a nuestro encuentro para recuperar juntos la respiración, para cambiar el aire, bajar de la casita de madera sobre del árbol, allí donde te encontré hace un tiempo y sin imaginarlo, allí donde me recibiste con una sonrisa puro diente de leche y me diste un abrazo y me dijiste que pare, que no corra, que no hacía falta, que mirá lo que había hecho con nosotros, que no era para tanto.
Hoy venís conmigo, o mejor dicho: hoy voy con vos. Y lamento haberte dejado todos estos años en este lugar, creyéndome con derecho a estas arrugas, a esta bronca, a esta amargura, creyéndome escaso de alegrías y abundante de vergüenzas, pero principalmente olvidando lo que fuimos y lo que seremos.
Vamos juntos. Allí está el bosque, más allá la playa. Nunca fuiste al mar estando tan cerca, te quedaste cuidando las fotos y los posters, los dibujos y los juguetes, el espejo y las risas, sentado sobre un baúl de madera, para que no escapen los llantos, los miedos, los golpes, los gritos. Pero fijate bien, levantate y abrí ese cajón, vas a ver que no están.
Porque hace mucho tiempo se vinieron conmigo y estuviste haciendo guardia sin sentido, de puro buen pibe que sos.