9 de julio de 2009

Habla Sandra

Hoy volví a verte... cuánto tiempo habrá pasado? 30 años? ...29, creo. Creíste que no me iba a dar cuenta, pero la verdad es que nada me resultó más fácil que reconocerte. No creo poder decir lo mismo de vos porque hasta me parece que aún dudas si era yo con quien hablaste esta mañana. Seguramente en un principio me confundiste con mi mamá. No te culpo: todos dicen lo mismo, que fui evolucionando con sus rasgos excepto por la voz, que tengo las mismas arrugas, las mismas canas y casi los mismos gestos. Te noté un poco perturbado, algo nervioso y tímido... pero no me sacaste los ojos de encima en esos dos o tres minutos que duró todo. Ves porqué te reconocí? No cambiaste.
A esta altura debería decirte que nadie más volvió a mirarme de esa forma en todo este tiempo. La vez que creí que fue así, resultó todo una atroz mentira.
Alguien me podrá objetar que a esa edad no sabemos nada de la vida y del amor y que todo fue cosa de chicos. Alguien más podría decirme, sin miedo a equivocarse, que tal vez no sea visto como algo sano conservar semejante recuerdo de aquellos años y hasta haber vivido todo este tiempo abrigando una tenue esperanza basada en NADA. Pues les tengo una noticia: yo siempre sostuve que lo que sentí esa vez fue amor. La inocencia, la pureza, la sinceridad hecha tartamudeo, el enamoramiento vestido de mirada incesante, las hojas garabateadas con tu nombre, los encuentros casuales en el almacén por la mañana, las tardes después del colegio, las siestas de domingo esperando a que comience a caer el sol para poder salir a la plaza y tal vez verte. Después supe lo que era la vida de adultos. Y vaya si reniego de ella. No me trató nada bien, como habrás podido observar con esos ojos que nada dejan escapar. El amor no fue para mí como lo fue para mucha gente. Como te dije antes, viví en una gran mentira mientras fui inconsciente. El despertar a tiempo hizo que hoy esté sola pero tranquila y escarmentada. Hubo temporadas calmas y armoniosas, no lo voy a negar, donde sentí que era posible crecer al lado del hombre que creía amar. Tenía veintidós años entonces y un par de consejos a tiempo me hicieron ver la realidad y me salvaron. Me terminé de refugiar en la música y en Dios a quienes había dejado un tanto abandonados desde que el supuesto amor había llamado a mi puerta. Volví a las esporádicas pero profundas charlas con papá, que siempre tuvo una cura concreta para cada herida. Volví a los silencios colmados de sabiduría de mi mamá quien desde el fondo de su corazón me hablaba con la mirada, con los gestos... y con su música. Hoy te puedo jurar que no hubo nada que haya penetrado más profundo en mi alma que ese amor de madre hecho música. Y le doy toda la razón a quien opine que tal vez aspiro demasiado cuando hablo de una familia. Crecí en una familia pequeña, mínima, con iguales pretensiones económicas y sociales, pero de gigantes logros emocionales. Y siempre lo dije con la frente bien alta: no quiero menos que eso. Si Dios me premia con una familia será como la que me crió y así exijo que crezcan mis hijos: con paz, con amor y con calma. Pero ya ves... estoy envejeciendo más rápido de lo que se supone y ya no hay tiempo para sueños, hijos y amor. Seguiré tocando el piano y cantando en la iglesia hasta que Dios me llame para acompañar a mis padres a su lado. Según los médicos no debería faltar mucho.
Y esta mañana, cuando no nos animamos a hablar, cuando dejamos que todo nos supere una vez más, lloré al dar vuelta la esquina, hacia la soledad de mi casa a la que nunca termino de acostumbrarme, sin el piano de mamá, sin la radio de papá en la quinta y con estos latidos que me aturden al cerrar la puerta, con este corazón que a veces parece querer correr hasta la meta de una vez por todas y no prolongar más la espera. Y cuando pasó el llanto y me ganó la calma volví a tu recuerdo, el de hace muchos años y el de esta mañana. Entonces andabas en bicicleta con los otros chicos y ya se veía que te gustaban la velocidad y las emociones fuertes. No me extraña que hoy andes en moto (por cierto, es preciosa!) y sabés qué? estaba pensando en cómo será subir al cielo cuando me toque. Será lo mismo que viajar en moto? Con el cálido viento del verano acariciándote el rostro, haciendo equilibrio en una delgada línea plateada hacia el sol del atardecer mientras debajo tuyo todo se estremece?







6 comentarios:

GABU dijo...

Precisamente porque la pureza lo abriga todo en esa transparencia inocente de nuestra alma,es que sabemos a ciencia casi cierta cuàndo el amor a travès del tiempo fue nuestro verdadero y tal vez ùnico AMOR...

Sorry,por ahpi lo que escribì no tiene mucho que ver con lo que escribiste pero hoy tengo uno de esos dìas de aquellosssssssssssss!!! :S

BESOTÒN TOCAYO
Y sòlo en lo profundo de nuestra alma sabemos cuando un amor es de verdad,ahì es donde los de afuera son de palo totalmente...

Chiru dijo...

qué fuerte, qué intenso (mucho)

Uninvited dijo...

Gabu: Será por eso. Será también que por ser chicos e incontaminados todo era más auténtico?
Ki(d)ss

Chiru: Gracias! :)
En el link que aparece en el primer párrafo está el post (viejito ya) que dio origen a este texto como comentario.
Muack!

Chiru dijo...

sí, leí ambos y me dí cuenta de qué venía
(porque el otro me lo había perdido)
Y repito... fuerte... intenso...

pttlc dijo...

Hola, no te había leído en la entrada del 2004 (ni en otras tantas, leer no es mi fuerte, tampoco escribir, si no , mirá mi blog) pero tampoco sabía sobre esa historia, yo estaba haciendo la mía y se por propia experiencia que cuando busques algo del pasado, buscalo en la mente, en la vida ya no existe.
Disculpas por no estar ahí, pero de seguro , no te hacía falta tampoco. Duele no ayudar, pero no siempre se puede ni es bueno meterse, aunque te mueras por dentro.
La vida es eso que te pasa mientras haces otros planes.

Uninvited dijo...

:D x 2